Parte II – Legislar la prostitución: primeros gobiernos de Allen (1916-1936)
Las prostitutas de Allen: Casas de Tolerancia 1 y 2
Seguramente aquel 29 de diciembre debe haber sido un caluroso día de 1916, cuando se reunieron los Concejales Municipales, alrededor de las 18 hs, para sesionar y sancionar el proyecto de Ordenanza de Impuestos para el año 1917.En las sesiones anteriores se habían desarrollado los debates sobre la “avaluación” (sic) de la tierra en el ejido de Allen y se había determinado el pago de Contribución Directa que tanto preocupaba al terrateniente Cordiviola. Luego, los concejales deciden establecer los impuestos más importantes, que les permitirían tener recursos para el desarrollo de obras en el incipiente pueblo.
Explicitado en su art. 1° el impuesto anual de Contribución Directa, “en el cinco por mil” era sobre los bienes raíces ubicados en el ejido municipal . En el art. 2° se establecieron patentes para los pocos vehículos que circulaban en el joven pueblo, así como también para jardineras, sulkys, carros, etc. Los importes iban de entre $2 a $8 m/n. En el artículo 3° se asentó el impuesto a la prostitución:
“Las casas de Tolerancia abonaran una patente de doscientos pesos (200 $ m/n) y pagaran, además, un derecho de cinco pesos (5 $ m/n) por cada inscripción en el registro de prostitutas; de dos pesos (2 $ m/n) por cada “despunte” (1) , renovación de libretas o cambio de domicilio de las prostitutas y de dos pesos m/n (2 $ m/n) por cada permiso de baile” (Acta Municipal N° 12).
Como confirma este artículo, la prostitución era una actividad muy redituable. Es el tercer impuesto a establecer por el flamante Concejo. De esta manera las prostitutas y los prostíbulos fueron una importante fuente de recursos de los primeros gobiernos locales para realizar las obras públicas necesarias en el naciente pueblo.
Rápidamente surgieron problemas y los Concejos debieron establecer una serie de normas para reglamentar la actividad. En 1917 se realizó una denuncia por la existencia de una casa de prostitución clandestina. En el mismo año, Francisca Fernández, regenta de una casa deprostitución, presentó una solicitud para lograr una rebaja del impuesto al baile y la derogación del impuesto al despunte (2) . En el Acta 17 del 23 de marzo de 1917, el Concejo no “hace lugar” a los pedidos, pero decidió mejorar la reglamentación de las casas de tolerancia del pueblo.
Se resolvió entonces que las casas de tolerancia 1 y 2, habilitadas, se ubiquen “del lado norte del pueblo y al otro lado de la línea del F. C. Sud” (3) . Se estableció también que se consideraba prostituta a la mujer que “se entregue al acto carnal o sexual con varios hombres mediante el pago a ella o a la persona que explote su tráfico, la que permanezca en una casa de tolerancia y las de conducta notoriamente deshonesta”.
Las casas de tolerancia y sus prostitutas así entendidas debían atenerse a las siguientes reglamentaciones:
- El acceso a dichas casas será “por una sola puerta” la que tendrá a “un metro o metro y medio” una puerta cancel que “evite que los transeúntes ver el interior. Si hubiere ventanas, deberán tener celosías de madera clavadas y hechas en forma de que permita la ventilación e impida ver el interior”. - Se establece un plazo de 5 meses para que se pongan en condiciones exigidas. - No pueden vivir en dichas casas mujeres menores de 18 años ni niños mayores de tres “cualquiera que fuese su sexo o parentesco con la regenta y demás prostitutas”. - Tendrán una libreta de sanidad timbrada con foto, edad, estado y nacionalidad. Tendrán inspección médica los días martes y sábado de cada semana en su domicilio. La regenta deberá presentar esos días el comprobante de la visita en la Secretaría municipal y en la Comisaría. - Podrán salir a la calle los días lunes y viernes de 8 a.m a 6 p.m, no podrán “estacionarse en las calles y paseos públicos, puertas o ventanas, usar trajes indecorosos en las calles, llamar a los hombres aunque sea con signos”. Está totalmente prohibido estar en la puerta del prostíbulo en cualquier hora o día. - No puede permanecer en sala de despacho de bebidas ninguna prostituta que figure enferma en su libreta sanitaria. - Las prostitutas que lleguen a trabajar al pueblo deben presentarse antes de las 24 horas de su llegada para anotarse en el registro municipal y policial. - Si se encuentra trabajando una menor de 18 años la regenta será multada: $ 20 la primera vez y luego se le clausura el lugar. -Las prostitutas que “habiéndose despuntado” volviesen a ejercer la prostitución, abonaran nuevamente libreta sanitaria. - Si regentas o prostitutas no cumplen la Ordenanza se las multa por $ 20.
Todas estas medidas del Estado buscaban, por un lado, proteger a los “usuarios”, la población masculina, y por otro, controlar la actividad, esgrimiéndose como protector de la sociedad (4). De esta manera, con la legislación, las mujeres de “mala vida” eran diferenciadas del resto de las mujeres, un mecanismo de la elite que bajo el discurso “higienista” encubría, en realidad, los “prejuicios de la clase dominante, formulados a manera de aseveraciones con pretensión científica” (Lvovich, D. 1993). La cuestión sanitaria se erige como doble discurso higienista- moralista de los políticos de la época que “por un lado, de día las condenaban, y por otro, de noche las disfrutaban” (Carrasco, O. 2000)
En julio de 1919 el Concejo nombró al Dr. Velasco como inspector de Higiene con “plenas atribuciones para hacer cumplir la ordenanza sobre higiene”, aplicando multas o notificando a la policía con quien tenía que trabajar en conjunto.
En el Acta N° 2 de 1923 ( acta en donde se decide cobrar a las casas de tolerancia por “semestres adelantados” y solicitar al Gobernador el permiso para aumentarles los impuestos) se comisiona al Secretario del Concejo con el objetivo de entrevistar a José Guarnieri con la propuesta de una subvención municipal para que, además de asistir gratuitamente a “familias y personas pobres del municipio” (también denominadas “pobres de solemnidad” en otras ordenanzas), visite semanalmente a las “pupilas” de las casas de tolerancia. Guarnieri contestó que no aceptaba la solicitud pues a su criterio “no estaba en relación con los servicios que se le solicitaban”. Se le envió una nota explicando la resolución del Consejo de restablecer las dos visitas médicas semanales establecidas por Ordenanza Municipal.
Más tarde, en el Acta 4 y con la presencia del Dr. José Velasco, entró en vigencia la Ordenanza de Higiene y Moralidad Pública (sancionada en julio de 1918), que empezaría a regir el 1º de abril de 1923. También se lee una nota del Comisario Rucci, quien solicita clausurar la Casa de Tolerancia Nº 2 por un importante número de deficiencias y falta de higiene. Se resolvió hacer una “visita ocular”.
Con la legislación se creaba una cierta “normalidad” hacia las mujeres consideradas “insanas” pero “necesarias”. Es paradójico: la prostitución estaba permitida si estaba reglamentada, per era condenada y mal vista por los mismos sectores que la legislaban y seguramente utilizaban. Al reglamentarla, la prostitución (y la mujer que la ejercía) se hacía pública (y punible) mientras que el hombre que usaba el “servicio” tenía impunidad y su “buen nombre” se mantenía en reserva.
Tal como refiere Daniel Lvovich (1993) para las elites neuquinas, las elites allenses también imponen aquella “normalidad” que significaba también una distribución particular del espacio urbano. Esta demarcación tenía “supuestos morales” que según la cultura oficial establecía un lugar para cada sector social. En Allen, las Casas de Tolerancia debían estar ubicadas en el lado Norte. Esta zona era el único espacio permitido para establecer prostíbulos. Se determinaban días y horarios de salida, vestimenta, etc. con el fin de mantener un patrón de aceptación social y moral que sin embargo significaba una restricción a la libertad de las mujeres, un encierro encubierto que consolidaba el poder de un sector considerado “honesto” y “sano” sobre otro que “no lo era”.
Las Casas de Tolerancia permitían que, además de obtener dividendos, el Concejo se asegurara un espacio “higiénico” para los usuarios. Sin embargo en Allen, en las zonas marginales al espacio urbano existían lugares que, de manera clandestina, ofrecían prostitutas. Generalmente los “usuarios” eran trabajadores de las chacras, mayoritariamente temporarios, que llegaban al Alto Valle, generalmente sin familia, a “probar suerte”. Los prostíbulos clandestinos serán una preocupación constante de las autoridades ya que significaban focos de enfermedades que podían propagarse hacia toda la población (5) .
Los hombres eran (y lo son aún) uno de los eslabones fundamentales de la existencia de la prostitución. Hay un juego perverso (que se mantiene aún) de “visibilidad” e “invisibilidad”, relacionado a quién es “visto” y reglamentado y quién no. En este juego la única perjudicada es la mujer, generalmente pobre, que por circunstancias de la vida debió ejercer la prostitución.
En las actas analizadas encontramos otro tema de especial importancia para el Concejo Municipal. Nos referimos a las inspecciones médicas que provocaron una disputa entre los médicos del pueblo por la decisión de nombrar a un solo medico para realizar el control.
A partir de una nota de mayo del 1926 del Director del Hospital Común Regional Dr. Accame, del médico interino Coquet y del médico de sala “recientemente incorporado”, Dr. Carlos Visconti, quienes solicitan realizar las inspecciones, el Concejo resolvió que las visitas a las “casas de lenocinio” (otra denominación frecuentemente utilizada en los documentos para referirse a los prostíbulos) número 1 y 2 las realicen dichos médicos “por turnos de un mes cada uno (…) correspondiendo el primer turno del mes de mayo al Dr. Miguel Coquet, el 2º turno del mes de junio al Dr. Carlos Visconti y el 3º del mes de julio al Dr. Ernesto Accame, y asi sucesivamente”.
En noviembre de 1927 el Concejo recibió una comunicación del Dr. Celiar Pomina en la que decía “que habiendo sido llamado a esta localidad por un grupo de caracterizados vecinos y deseando tener una pequeña entrada para resguardar y asegurar su estabilidad en este pueblo”, solicitaba al Concejo Municipal ser nombrado medico municipal “permanente” con el fin de atender consecutivamente las casas de tolerancia, son la alternancia de turnos como hasta el momento. Pomina agrega que al concederle este pedido se compromete “a atender gratuitamente a los pobres de solemnidad”. El Concejo se dividió en posturas a favor y en contra y la decisión termina postergándose.
Unos días más tarde se decidió debatir nuevamente el asunto. Las diferentes opiniones se mantenían. Algunos estaban a favor de la designación, ya que significaba la “estabilidad” de Pomina en la localidad. Sin embargo, otros creían que la decisión podría crear “susceptibilidades y desavenencias” entre el Dr. Pomina y los demás doctores del Hospital.
Finalmente, decidieron ceder al pedido de Pomina y designarlo inspector de los prostíbulos. Lo subvencionan con 100 pesos mensuales durante un año. Sin embargo, el Concejal Fernández dijo que el “Dr. Accame quedaría afectado en su amor propio al privarlos de atender a las casas de tolerancia” (negritas del autor). A pesar de esto, se vota a favor de la asistencia médica permanente de Pomina.
Sin embargo, el asunto no quedó resuelto. El 17 de noviembre, Pomina envió una nota al Concejo en la que explicaba que “por razones de decoro personal y profesional no debe aceptar lo resuelto por el Concejo” y solicitaba una reconsideración de lo que había solicitado. Consideraba que en la nota “no solicitó más que lo que le corresponde” y agrega que “vería con desagrado si el Concejo no lo resolviera favorablemente”. El Concejo decide reconsiderar lo solicitado por Pomina pero sobre el tema no se vuelve hablar… hasta 1933. Durante este período Celiar Pomina figura en las actas del Consejo Municipal, junto a otros, en la comisión de Caminos nombrada por Patricio Piñeiro Sorondo después del golpe del ‘30. También se harían cargo de todas las obras públicas del pueblo. Esto podría indicar que Pomina obtuvo otro cargo en la administración local y así se evitó tener problemas con los médicos otro cargo en la administración local y así se evitó tener problemas con los médicos del Hospital.
Mientras tanto, los impuestos a la prostitución continúan sancionándose año tras año. El presupuesto de 1928 nuevamente estableció tarifas de 2 centavos por cada baile en los prostíbulos, 5 por inscripción de prostituta y 2 por la libreta sanitaria. Para ese año, el impuesto a las Casas de Tolerancia aumentó a $800 a pagar cada tres meses del 1 al 10 del primer mes de cada trimestre. Este tipo de impuestos se cobraba también a Restaurantes, Fondas, verdulerías, carnicerías pero para estos rubros sólo ascendían de 20 a 50 pesos m/n por trimestre.
Se estableció también para 1928 que, así como las carnicerías, panaderías y locales donde ingrese público, las Casas de Tolerancia debían blanquearse por dentro. De no hacerlo se cobraría una multa de $20 m/n.
En el Acta de enero de 1929 se sancionó el impuesto a la basura y se determinaron categorías. En la 1° categoría están los prostíbulos, junto a hoteles, depósitos de frutas, carnicerías, fondas, cafés, bares y herrerías.
A pesar de que a través de los años los Concejos siempre fueron establecido reglas para los prostíbulos, en diciembre de 1929 el presidente del Concejo Municipal, Julio Malleville, afirmó que no existía ninguna ordenanza en vigencia que obligara a las Casas de Tolerancia a estar dotadas de las medidas higiénicas imprescindibles para su funcionamiento. Por ello pidió autorización para hacer una que cree obligaciones a dichas casas.
Así en 1930, en el Acta 46, se establece definitivamente, en el art. 18, que: “La prostitución solo podrá ejercerse en las casas constituidas y reglamentadas por la municipalidad y quien ejerciere, regente o consintiere la prostitución clandestina será pasible de una multa de $200 por cada vez sin perjuicio de la responsabilidad que determina la ley Nº 9143”.
Los años transcurrieron y las actas siguieron estableciendo, para cada año, el impuesto a los prostíbulos, que se mantuvo a $800 trimestrales, la inscripción en registro, cambio de domicilio, permiso de baile y despunte. A medida que avanzó la tarea de los Concejales, mayor fue la cantidad de impuestos se aprobaban. Un área fuertemente regulada fue la diversión pública: impuestos a casinos, café concerts, cines, mesas de billar, canchas de bochas, de pelota… hasta el juego del sapo (6) tenía su impuesto.
En abril de 1933 nuevamente se propuso a Pomina como médico municipal. El Dr. Velasco era concejal en ese momento y se opuso a la designación. Propuso, en cambio, incorporar también al Dr. Carlos Visconti, ambos en carácter de ad honorem. Su opinión prevaleció y Velasco mismo se encargó, por pedido de los concejales, de informar a Visconti.
Ya el año 1935, ocurrió un hecho llamativo: por solicitud de vecinos se pidió al Concejo que se desalojara a una familia por “dudosa moralidad y vivir al margen de la ley”. El Concejo pidió a la Comisaría local que procediera directamente al desalojo.
Un año más tarde, se designó un nuevo medico para revisar a las prostitutas. A Pomina y Visconti, se sumó el Dr. Héctor Brevi. Entre los 3 visitarán las casas de tolerancia trimestralmente.
“La preponderancia del enfoque médico para el abordaje de los fenómenos sociales fue resultado de una progresiva convergencia de distintas áreas del Estado tal como la criminología, la estadística, la salud pública, el derecho penal etc. Según subrayó el Dr. Rawson, la élite nacional estaba interesada en la higienización urbana por dos motivos: la auto preservación sanitaria y el interés económico de mantener fluidas relaciones con los mercados internacionales; ya que “los puertos sucios” corrían el riesgo de quedar marginados del comercio internacional. La salud se transforma en preocupación de los Estados, ‘El concepto de limpieza, de higiene como limpieza, ocupa un lugar central en todas estas exhortaciones morales sobre la salud’. Foucault señala que la creación de funcionarios médicos nombrados por el gobierno que asume la responsabilidad de una región, estarán respaldados por el poder que les confiere su saber. Aparece el médico como administrador de salud. La subordinación de los médicos a la organización estatal darán lugar a la “medicina de Estado” (Cammarota, C. 2008).
La legislación de la prostitución es uno de los mejores ejemplos de esta tendencia higienista, incentivada por una actitud moralista que establecía lo “bueno” y lo “malo”, lo “limpio” y lo “sucio”, lo “aceptable” y lo “inmoral”. Al fin, lo visible y lo invisible.
Para finalizar…
El estudio de las primeras actas de gobierno colabora no solo con otra perspectiva de análisis sino con otorgar mayor horizontalidad a los protagonistas de la historia del lugar. Las casas de tolerancia y sus mujeres son, junto a otros, actores sociales de importancia que, sin embargo, la historia tradicional ha marginado para centrarse y destacar solo figuras individuales y sectores dominantes. Este relato es, en definitiva, la historia de la hipocresía burguesa, de un proyecto político de sectores dirigentes que defendían determinados parámetros sociales y económicos acordes con sus intereses. A través de la salud y del discurso higienista la clase dirigente da un orden a los nuevos pueblos y resignifican el ideal civilizatorio del grupo que “conquistó el desierto”. De ahí a que todos los sectores sociales que desbordaran ese ideal hegemónico debían incorporarse a las nuevas prácticas institucionales. También aspectos policiales confluyeron con problemáticas médicas en el nacimiento de normativas estratégicas de disciplinamiento social.
Notas al pie:
(1) Entendemos el concepto de “despunte” como “buena disposición para cierta actividad”.
(2) Sólo en esta oportunidad se registra la queja de una regenta, en cambio son constantes, especialmente durante los últimos años del Concejo Municipal de este período, las solicitudes de prorroga o rebaja de impuestos de vecinos. Generalmente son pedidos por deudas acumuladas de Contribución Directa o patentes y pocas veces se hace lugar a los pedidos. Este caso es llamativo porque es el único reclamo oficial de una regenta por los altos impuestos que se les cobraba a las Casas de Tolerancia.
(3)“Debemos tener presente que todo límite tiene esa doble cualidad, si bien es un referente espacial es a la vez excluyente” (Cammarota, C. 2008).
(4) Como ejemplo del control de la reglamentación tenemos una referencia en diciembre de 1921, cuando el Concejo manda a notificar a Dominga Ferreira el plazo para poner al día la casa de tolerancia Nº 2 según las condiciones de higiene establecidas. Se le informa que hasta el 31 de enero tendrá tiempo para cumplir el reglamento, caso contario se notificara al Comisario Gómez para que proceda a la clausura de la casa.
(5) En septiembre de 1926 concurre al Concejo Municipal Arturo Douglas quien trabajaba en el Hospital Regional. Indica que ha examinado a varias personas y que en su mayoría son hombres con enfermedades venéreas.
(6) Este juego, proveniente de la zona norte del país (y tal vez de herencia incaica) fue muy popular en la región. Mas data: http://www.folkloredelnorte.com.ar/costumbres/sapo.htm
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Bibliografía:
Cammarota, Carla: “Las políticas de salud relacionadas con el control social en el Territorio Nacional del Neuquén”. Centro Interdisciplinario de Estudios de Género- Facultad de Humanidades, NQN, 2008.
Carrasco, Oscar: “De perfumes caros y medias baratas: el Barrio Gris”. La cuestión del orden y control de la prostitución en Neuquén Capital, 1947-1964”. Primeras Jornadas de Historia del Delito en la Patagonia, 2000.
Ferro Gabo: "Degenerados, anormales y delincuentes". Ed. Marea, 2010.
Galindo, María y Sánchez, Sonia: “Ninguna mujer nace para puta” Buenos Aires Ed. La vaca, 2007.
Guy, Donna: “El sexo peligroso La prostitución legal en Bs. As. 1875 – 1955”. Bs.As. Ed. Sudamericana, 1991.
Lipszyc Cecilia: “Mujeres en situación de prostitución ¿Trabajo o explotación sexual?. CLADEM, Lima 2003.
Fuentes Primarias Actas Municipales 1916 a 1936
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