Antonio Cifuentes: la unión y la organización hace la fuerza

Antonio Cifuentes nació en el ’30, llegó con su madre y sus cinco hermanos pues su papá falleció en España. Todos nacieron allá “el menor tenía seis años cuando nos vinimos. Nos vinimos porque había habido una guerra en España y estaba la Segunda Guerra Mundial.  Mi padre trabajaba en las chacras allá, en esos años lo agarraron los militares para el ejército pero un cabo le dijo que él lo cubría siempre que fuera a la casa y le llevara tabaco. Mi madre decide venir a la región porque recibe una carta de un primo, un tal Funes. Así que salimos un 24 de abril y llegamos el 12 de mayo del ’50 a Buenos Aires. Estuvimos unos quince días con los Funes, que tenían chacra y después nos fuimos a vivir la chacra de Julio Rodríguez. Los Funes y los Rodríguez tenían plantaciones de manzanas y peras. Los hermanos mayores trabajábamos y recuerdo que a mi tercer hermano le daban unos 50 pesos por mes para que agarrara los chanchos. Iba al colegio y además, cuidaba a los chanchos mientras comían".

Antonio recuerda que en aquellos tiempos en que llegaron la había muy pocos habitantes y las calles eran de tierra. Más tarde la familia se fue a vivir a la chacra de Ibañez. “Ahí estuvimos seis años, después compramos una chacra al lado de la costa, todavía la tiene mi hermano José. La chacra esa estaba recién plantada, nosotros la plantamos con manzanas y perales. Mientras yo me dedicaba a vender y comprar papas en el valle, mis hermanos José y Gabriel iban a embalar. Gabriel tenía unos cinco años menos que yo y el otro dos menos, yo soy el mayor, luego sigue Juan y después, todos nos llevábamos dos años cada uno. Gabriel se distancia un poco porque nació una hermanita que falleció. El menor, Rafael, estaba en la chacra de chico. Andábamos bien, yo en esos años compré un camión que me costó 55 mil pesos, un Ford. El banco me dio treinta  y la agencia me financió otros veinte así que compre un camión todo fiado!!. Estuve vendiendo papas hasta el ’62 más o menos. Yo me acuerdo que en el ’60 compramos un Ford nuevo y una parte la financiaba la agencia, en esa etapa se podía trabajar. Después del ’61 me encontré a Mariano Sánchez y charlando, le terminé comprando una chacra de seis hectáreas en donde sembramos papás. Por la chacra le entregue el camión y unos 800, 1000 pesos y ese año la chacra produjo una cosecha de 1500, casi el doble. Lo que más se plantaba eran papas, tomates y frutales pues estaba la fábrica Bagliani que compraba mucho tomate”. En aquellos tiempos los Cifuentes tenían dos chacras y trabajaban todos juntos “Andábamos bien porque éramos muy unidos. Después conseguimos otra, fue justo cuando Horacio comparaba y vendía  corderos y chivos a carnicerías. Entonces pensamos que podía ser un buen negocio así que un 25 de mayo abrimos la carnicería. En aquellos tiempos estaba Taberna que tenía una carnicería donde está la casa de Fasano ahora, estaba también Pecoreti, la gente me decía ‘justo vas a poner ahí, donde están todos los carniceros’, recuerdo que Taberna ofrecía, para sacar clientes, llevar la carne a domicilio. Pero nosotros hicimos un negocio distinto a los otros porque teníamos una planta baja y una cámara para la carne. Era la mejor carnicería que había en Allen, empezamo en el ’65 y en febrero del año ’66 compramos un camión nuevo. Yo me iba con el camión nuevo a comprar reces para la carnicería, ya había dejado de vender papa y tomate y me había abocado a la carnicería. Iba a buscar hacienda afuera, todavía estaba el matadero aquí, yo traía y mi hermano, que le agarró la mano enseguida, trabajaba en la carnicería. Allí se quedaron a cargo dos, Gabriel y José, mientras que el menor estaba en las dos chacritas que teníamos. Yo iba y venía con la hacienda, llegamos a vender diez o doce medias reces por día porque era más barata la carne en aquel tiempo, yo me acuerdo que traía trece o catorce novillos y con 300 mil pesos cargaba, pagaba y todos los gastos”. La empresa familiar iba dando sus frutos y la unidad se sumaba a la organización y autoridad de Antonio. “Nosotros la ventaja que tuvimos es que yo mandaba a mis hermanos y mis hermanos obedecían y al ser unidos teníamos una sola caja. Yo me acuerdo que el que estaba en la carnicería anotaba las ventas todos los días y yo anotaba también lo que costaba la hacienda y lo que quedaba, haciendo precio a mayoristas. Porque decía yo, si no tomamos cuentas piensa uno que está ganando y a lo mejor está perdiendo, tenía que haber una diferencia de la compra y la venta. A medida que íbamos trabajando y quedaba algún peso íbamos comprando más chacras. Mi hermano seguía con la chacra, los otros en la carnicería y yo con el camión, todo era un solo negocio”.

Un día de 1979 Antonio conoció a María Elena Funari. Se conocían pero no tenían trato hasta que un día comenzaron a conversar. “Yo estaba afuera de la entrada de la chacra y el paro a charlar, un día y otro día. Nos casamos en el ’80, tenemos dos hijos, el más grande, Jorge Antonio, va a cumplir treinta y el más chico, José Luis, va a cumplir veintiocho”, nos cuenta María Elena. Los padres de María Elena vinieron de España. Su padre estuvo trabajando en los cereales, “él era bolsero, cocía las bolsas y ataba las bolsas. Cuando vinieron mi mamá tenía ocho o diez años, vino con la madre porque el padre ya se había venido antes. Mi madre traía otros chicos que eran los de Vanícola porque ellos habían quedado sin la madre entonces se los había traído a todos ellos. Recuerdo que mi papá se iba hasta Centenario en bicicleta para verla a mi mamá cuando estaban de novios”. Luego de casados Antonio y Maria Elena se vinieron a vivir al pueblo. Mientras vivió la mamá de Antonio vivió en la chacra, ya que a ella le gustaba vivir allí. Le compraron una casa en Villegas y “nos vinimos ahí por ella y después ya nos fuimos al pueblo. Mi madre murió en los ’90, tenía 82 años. Cuando llegamos a Argentina mi madre dijo ‘cuando saquemos de lo que hayamos vendido, nos vamos’. Pero nunca volvimos. Fue varias veces a España pero solo a pasear”. La nueva familia se dedicó definitivamente a la producción, también compraron un campo en La Pampa y en 1978 construyeron el frigorífico. “Con mis hermanos nos separamos cuando ya teníamos más de cien hectáreas, yo quedé ligado con el menor. Tenemos unas cincuenta hectáreas y treinta más con peras y manzanas, en Roca hay dos o tres también de peras y manzanas y otra en Huergo, que pertenecía a el que compraba papas y otra en Mainque. El trabajo del chacarero es sacrificado si uno no se ordena. La chacra tiene mucha mano de obra y hoy se hace paro por cualquier cosa, que es la moda de hoy, antes era distinto. Antes no se hacía paro, porque si no te convenía trabajar te ibas a otro lado”. Finalmente, Antonio reconoce estar muy contento con lo que logró “Mi padre antes de morir en España me dijo ‘Yo me voy a morir, el único dolor que me llevo es tener una casa de familia y dejar a todos tan chicos pero si vos acompañas a tu madre es lo que más me alegra’. Así lo hice. Estoy orgulloso de lo que hice hasta hoy porque he trabajado mucho, he tenido ventajas y no dejo de reconocer que este es un gran país. Si tuviera que hacer todo otra vez lo haría de nuevo”.

Historia de vida en el periódico "El Fruticultor allense"

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