Las cartas del agrónomo regional

Francisco Guarnieri, pionero enamorado de la región, llegó al país en 1907 y fue uno de los fundadores de de la ciudad de Allen.

Francisco Guarnieri llegó a la Argentina en 1907 contratado por el gobierno nacional para trabajar en la Universidad de Buenos Aires y en el Ministerio de Agricultura. Italiano de nacimiento e ingeniero agrónomo, a poco de llegar al país fue honrado con el cargo de director de la Escuela de Agronomía de San Juan. Luego de unos años el gobierno lo nombró “agrónomo regional de los territorios de Río Negro y Neuquén”, cargo que conservó hasta su muerte. Francisco fue un emprendedor del grupo fundador de Allen. Estuvo involucrado en todas las iniciativas de progreso, como la Cooperativa de Riego y el Banco de Río Negro y Neuquén, fue vicecónsul de Italia y director de la Chacra Experimental, y encontraba un gran placer en la investigación y difusión de conocimientos técnicos vinculados con la agricultura regional. Escribió en el diario “Río Negro” una columna para difundir consejos a los agricultores, trabajó en las primeras plantaciones de vid en el establecimiento de Piñeiro Sorondo y cultivó varias hectáreas en sus propias chacras.

Desde América, Francisco les escribía cartas insólitas a sus hermanos. Puro realismo mágico, contaron sus sobrinas, quienes, leyendo aquellas misivas, no podían creer cómo Francisco había fabulado tanto con respecto a las maravillas de su nueva morada. Lo cierto es que Francisco pronto aprendió a amar este lugar. Les escribía a sus hermanos con el objeto de persuadirlos para que siguieran sus pasos y encarnaran el sueño de “hacer la América”. Sus misivas fueron efectivas. Tres de ellos llegaron desde Nápoles para comprar tierras en la localidad de Allen. Francisco recibió a José, Roberto y Arturo en la estación Limay -hoy Cipolletti- en 1911, justo en momentos en que el río se había salido de madre y kilómetros y kilómetros de agua bañaban los caminos e inundaban las fértiles tierras de la región.

José tuvo un gran shock al ver el lugar, y lloró desconsolado. “Contaba Arturo (mi abuelo) que venían en una carreta que los recogió en medio de la inundación y antes de arribar a destino, con el agua que llegaba a la panza del caballo, José lloraba e increpaba con rencor a Francisco: ¡¿Adónde nos trajiste?! ¡¿Adónde he venido?!”

Francisco guardó silencio durante todo el trayecto y los días siguientes a la llegada de sus hermanos. No dudaba de que el tiempo los haría cambiar de opinión. Poco a poco fue domando el espíritu de sus hermanos. Durante el primer tiempo vivieron en Cipolletti, luego en Allen. Las inversiones las hicieron en este último pueblo, el “centro geográfico de ese momento”; era un lugar alto, se inundaba menos y tenía muy buenas tierras para producir.

Comenzaron con una plantación de alfalfa, produjeron fruta seca y miel. Permanecieron en Allen hasta que estalló la Primera Guerra Mundial, en 1914. Todos se alistaron y mucho fue lo que sufrieron. Al terminar la guerra volvieron a Río Negro. Arturo pensaba en el barco si quedaría algo de la casa que había dejado; por suerte, la encontró casi intacta. Inmediatamente volvió a trabajar. Alrededor del ’20 ya tenía organizada una empresita.

Todos se casaron luego de regresar a la Argentina. José lo hizo pasados los 40 y vivió cinco años en Allen, previo a revalidar el título de médico en Argentina; luego trabajó en Rosario y finalmente en Buenos Aires, en el Hospital Italiano. Francisco también se casó grande con María Buscazzo, tenía unos 40 años. Pero su matrimonio fue breve.Ella murió embarazada tras adquirir fiebre tifoidea.

Por el año ’28 Arturo conoció a quien sería su mujer, Ernesta Fava, cuando ya era un agricultor. Tenía entonces plantaciones de frutales y un colmenar. Cuando se casó contaba con un gran acopio de miel que exportaba a Inglaterra y había construido un secadero de frutas; a los 30 años ya había montado su pequeña industria y cuando los viñedos comenzaron a producir abrió su bodega. Arturo y Ernesta trabajaron juntos durante esos años y tuvieron dos hijas. En 1935 murió Francisco, durante la celebración del aniversario del pueblo de Allen. Tenía 53 años y lo sucedió en su cargo de agrónomo regional el Sr. Juan Barcia Trelles. Aún hoy nadie sabe si en realidad sus cartas eran fábulas que inventaba para atraer a su familia o realmente sentía que este lugar era el mismo paraíso que Dante había relatado en la Divina Comedia.

Susana Yappert, 2004

Para diario Río Negro

 

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