Allen 1921: del soviet a la caza de obreros
Por Hernán Scandizzo 1)Este artículo es producto de la investigación sobre el movimiento anarquista en el Alto Valle del Río Negro (1920-1930) que iniciamos con a Jorge Etchenique, algunos pasajes fueron tomados del texto borrador sobre el que trabajamos hasta meses antes de su muerte, el 13 de diciembre de 2013.
“Es increíble que la Gobernación no tome medidas por intermedio de su policía, en una región como la del Valle del Río Negro jamás se debería permitir reuniones de soviet revolucionarios que tiendan a producir malestar en la región y quizás a despoblarla”, anotaron al dorso del manifiesto de la Sociedad Oficios Varios y Biblioteca Obrera de Allen, que había sido anexado al sumario instruido por presunta infracción de la Ley de Defensa Social. 2)La reconstrucción del caso fue hecha en base al Expediente N° 324/1921 del Juzgado Letrado de Río Negro, Marcos Apolinar, Laureano Juste, Cesario Cancio, Francisco Walls i Juan Hernández s/inf. Defensa Social, disponible en el Archivo Histórico de Río Negro. Las citas mantienen los errores ortográficos y de sintaxis. El comentario, escrito por las autoridades policiales no sólo revela por qué habían avanzado contra la comisión del sindicato, sino que expresaba el miedo de los sectores dirigentes. Interpretaban el texto a la luz de los movimientos huelguísticos que se habían extendido por el país, creando un clima insurreccional, y de los fuegos triunfantes de la Revolución Rusa; con ese prisma leían en la convocatoria a asamblea la creación de un soviet.
A lo largo de 1921 las autoridades policiales negaron una y otra vez los permisos de reunión tramitados por la sociedad de Oficios Varios, adherida a la Federación Obrera Regional Argentina – Comunista (FORA), y culminaron el año con una feroz caza de trabajadores anarquistas.
El manifiesto“Compañeros: Con el deber que nos hemos impuesto, como militantes del Sindicalismo revolucionario, no cejaremos ni un solo instante mientras subsista un solo privilegio; mientras la vil explotación del hombre por el hombre no desaparezca; mientras que ser sea una vergüenza; y ser constituya un delito; mientras el comunismo anárquico por que luchamos no sea una realidad. Mientras tanto trataremos de multiplicar nuestras energías, dedicándolas íntegramente a la emancipación total del proletariado”, comenzaba el manifiesto en cuestión, fechado en enero de 1921. “Y para esto, camaradas, es necesario que cada cual ocupe de inmediato su puesto que el deber le impone dentro del Sindicato”, proseguía. “Estamos convencidos, que toda sociedad obrera que no [tenga] una finalidad, nada remediará con el aumento de un centavo más”, sostenía, enfrentando a las corrientes reformistas del movimiento obrero. La labor del sindicato es “hacer de cada uno de sus componentes un luchador consciente”.
El 18 de febrero el comisario de Allen, Durval Gómez, telegrafió a la Jefatura de Policía del Territorio, en Viedma, notificando la instrucción del sumario contra la comisión directiva de Oficios Varios de esa localidad. A su juicio el manifiesto de la sociedad obrera contravenía la Ley 7029 de Defensa Social. La norma invocada, sancionada en 1910, era una de las armas jurídicas dilectas del arsenal represivo empleado contra el movimiento obrero revolucionario, prohibía la asociación o reunión que tuviera por objeto la propagación de la doctrina anarquista o la preparación o instigación a cometer hechos reprimidos por las leyes de la Nación. La otra ley aplicada con el mismo objeto era la 4144, de Residencia, que permitía la deportación de extranjeros indeseados por las autoridades.
Yo señor, no señor
En el marco de la instrucción fueron citados a declarar los integrantes de la comisión del sindicato que la policía había individualizado. Se trataba de los obreros españoles Apolinario Marcos, Francisco Valls, Laureano Yustes, Cesáreo Cancio y Juan Hernández. El primero en acudir fue Marcos, panadero, de 28 años, casado y con cinco años de residencia en el país. Le preguntaron si formaba parte de la comisión directiva, y aclaró, en una sutil declaración de principios, que integraba la comisión administrativa, porque directiva no había. Luego quisieron saber si se responsabilizaba del contenido del manifiesto, y sostuvo que había firmado sin leerlo, que de haber conocido “sus términos”, no lo habría hecho. A continuación le preguntaron si hacía propaganda “de ideas anarquistas y revolucionarias entre el elemento obrero, llamándolo a engrosar las filas del sindicato para defenderse”. Marcos afirmó que hacía propaganda por medios pacíficos y legales, a fin de llegar a obtener un mejor salario. Se presentaba casi como un agente del reformismo obrero infiltrado en las filas del movimiento obrero anarquista. Cuando indagaron sobre quién había redactado el manifiesto, dijo que tenía entendido que habían mandado “los datos” a Buenos Aires, a la FORA. “Es allí donde se á redactado el manifiesto, y donde les han mandado imprimido.”
Marcos había sido el encargado de inaugurar la estrategia que seguiría el resto de los obreros para evadir el filo de la espada judicial. El siguiente fue Laureano Yustes, de 27 años, con doce de residencia en el país, casado, jornalero. También dijo ignorar quién o quiénes habían redactado el manifiesto, y tampoco tenía claro si lo habían mandado a Bahía Blanca o a Buenos Aires. Aseguró que era la primera vez que participaba en una sociedad de ese tipo, por lo que no comprendía “sus manejos” y tampoco se responsabilizaba del contenido total del manifiesto. Cuando le preguntaron quiénes formaban parte de la comisión que lanzó el manifiesto, dijo que no estaba autorizado a dar esa información y que además ignoraba sus nombres. También sostuvo que no se ocupaba “de hacer propaganda bajo ninguna forma” y que ningún obrero se destacaba por hacer planteos exaltados en las asambleas.
Cancio, a su turno, también negó responsabilidades sobre el contenido del manifiesto, y dijo haberlo conocido recién cuando lo vio pegado en las paredes del pueblo. Al igual que los anteriores, aseguró que nunca había hecho propaganda y se declaró incapaz de identificar personas que se destacaran por plantear ideas de avanzada en las asambleas. A esa altura, la estrategia era evidente, pero las indagatorias continuaron. El 20 de febrero se presentó Valls, de 30 años, panadero, soltero y con catorce años de residencia en el país. Dijo que de ninguna manera podía hacerse responsable del manifiesto porque en la época de su redacción era apenas un socio, y que conoció el contenido cuando lo vio impreso. También aseguró que entre sus compañeros no veía a ninguno capaz de escribirlo, porque la mayor parte eran analfabetos. Afirmó además, que no inculcaba “ideas revoltosas” a los trabajadores y que nunca había hecho propaganda a favor de la sociedad obrera.
El último fue Juan Hernández, de 24 años, casado, jornalero, con diez años de residencia en el país. Tampoco se responsabilizó por el contenido y aseveró que supo de su existencia cuando el 20 de febrero lo vio pegado en el muro del restaurant Lisboa. Afirmó que no había socios capaces de redactar ese manifiesto y que, por lo oído entre sus compañeros, lo habían enviado desde Buenos Aires. Cuando la policía le pidió los nombres de los más exaltados, dijo que los que conocía eran “todos pacíficos”, y añadió que jamás había hecho propaganda de ideas revoltosas para atraer trabajadores al centro obrero.
El 1 de marzo las indagatorias fueron remitidas a la Jefatura de Policía del Territorio. Los testimonios iban acompañados de una nota firmada por el comisario Durval Gómez y su secretario, Juan Suárez. “Lo que hay en este Señor Jefe es, que los que forman parte de este Centro son todos unos inconcientes por su capacidad intelectual que se prestan para hacer de ellos lo que la Federación Obrera Regional Argentina, quiera hacer, de vez en cuando llega un obrero de Buenos Aires o Bahía Blanca, con el título de orador, los reune y aconseja lo que mejor le paresca y estos sin mas van á la ejecución del consejo, por cuya razon considero sumamente peligrosos estos centros; por otra parte estos mismos centros sirven de advergue a tanto y tantos vagos refractarios al trabajo”, aseguraban, desarrollando la línea trazada al dorso del manifiesto.
La reacción sobre los peligrosos centros obreros en el Alto Valle se desataba al poco tiempo de su creación. Las sociedades de Oficios Varios de Allen, General Roca y Cipolletti fueron fundadas en 1920 e inicialmente realizaron una intensa labor propagandística tanto en esas localidades como en los cercanos pueblos de Cinco Saltos, Ing. Huergo, Chimpay y Chelforó, y otros más distantes, como Anzoátegui, en el Territorio Nacional de Pampa Central. La primera mitad de esa década el Alto Valle fue epicentro de un sismo libertario que intentó alterar el orden político y social vigente, “sembrando la roja simiente de la Revolución en la espera del momento de la gran insurgencia” (LA, 20.11.1925). Sin embargo tuvieron corta vida, hacia mediados de 1924 sólo se mantenía en pie el centro obrero de Roca, que con escasas fuerzas prolongó su existencia hasta el final de esa década. 3)Los trabajadores organizados en las sociedades de Cipolletti y Allen, ante la disolución de esos centros, pasaron a cotizar en Oficios Varios de Roca, y esa localidad se transformó en el eje de la actividad forista. En diferentes momentos de la década de 1920 allí también funcionaron sociedades de resistencia de panaderos, albañiles y ladrilleros.
Como antecedentes inmediatos a estas experiencias organizativas encontramos una serie de movimientos huelguísticos, citados por el historiador Enrique Masés, entre 1917 y 1921, que afectaron a la construcción del dique Ballester y la apertura de canal principal (1994:148). Incluso en febrero de 1918 el diario anarquista La Protesta publicó el testimonio de un obrero de Ing. White que recorrió la zona. Allí narra las duras condiciones de vida y trabajo en la apertura de canales en Río Negro y destaca las labores de organización que realizaban sus camaradas “en aquellos parajes vírgenes donde lo único que oyen es el grito estentóreo de un comisario que se porta a lo señor feudal” (LP, 16/02/1918).
El fantasma rojo
El intento de criminalizar a los obreros foristas a partir del manifiesto era el prólogo, si la Gobernación no tomaba medidas para evitar reuniones de soviet revolucionarios, su policía se encargaría de hacerlo.
La persecución y represión a los intentos de organización obrera se remonta a sus orígenes, sin embargo, las afirmaciones y reacción del comisario Durval Gómez ante la actividad desplegada por el sindicato de la FORA en Allen tiene una particularidad, expresan el miedo que en la burguesía produjo el trienio rojo de 1919-1921. Como llamó el historiador Andreas Doeswijk al período de conflictos con sesgo insurreccional en que acontecieron la Semana de Enero de 1919, en Buenos Aires; las huelgas en los quebrachales de La Forestal, en el norte santafesino (1918-1921), la de los braceros en los campos bonaerenses (1919-1920); y las de peones rurales en Santa Cruz (1920-1921). Es el contexto que determinó el nacimiento y extensión de la Liga Patriótica Argentina y la Asociación Nacional del Trabajo como reacción ante la emergencia obrera que tenía por faro la llama de la triunfante Revolución Rusa. 4)En su artículo sobre la rebelión de los braceros del sur bonaerense de 1919, el militante anarquista bahiense Generoso Cuadrado Hernández, afirma que entonces se vivía en una atmósfera convulsionada “alimentada por una oleada de esperanza ante los pronunciamientos revolucionarios de Rusia, Alemania, Italia y España”. La rebelión de los braceros, en revista Todo es Historia Nº 185, Bs. As., octubre 1982, pág. 82 Donde las clases dominantes no tenían presencia a través de organismos estatales lo hacían desde estructuras para estatales.
Entre 1919 y 1928 funcionaron en la Patagonia 75 brigadas -18 urbanas y 57 rurales- de la Liga sobre un total nacional de 550, un porcentaje muy elevado, si se tiene en cuenta la escasa población de estos territorios sureños. En el verano de 1920 la brigada de San Antonio Oeste anunció en la creación de 19 sub-brigadas emplazadas principalmente en la Línea Sur (McGee Deutsch, 2003: 102 y 135). En el caso del Alto Valle, existía una delegación en Gral. Roca, al frente de la cual estaba Alfredo Viterbori, afiliado radical, figura política de gran influencia en la región. Viterbori ocupó cargos a nivel municipal en esa localidad desde principios del siglo e integró el consorcio de riego, también presidió la Sociedad Rural de Río Negro y Neuquén, fue representante del Banco Hipotecario, integró el directorio del Banco de Río Negro y Neuquén y fue gobernador del territorio entre 1924 y 1926. Para la historiadora Martha Ruffini, “constituyó un cabal ejemplo del comerciante enriquecido cuyo paso al poder resultó una natural consecuencia de su poderío económico” (2007:247). 5)“Nacido en Buenos Aires, llegó a la localidad en 1896 como ayudante de transportes de la división Los Andes. (Ruffini, 2007:246). Viterbori se opuso a la radicación de inmigrantes judíos en Roca, que dieron origen a la Colonia Rusa. Si bien no ocultaba el desprecio por estos, el móvil era acaparar las tierras que habían elegido para instalarse. En 1907, desde la administración de la Cooperativa de Irrigación, que regulaba la provisión de agua del canal, ordenó dejar sin riego las incipientes chacras de los colonos judíos (Piflacs, 2010).
Antesala de la represión
La discrecionalidad en la interpretación y aplicación de la ley de Defensa Social por parte de las autoridades policiales no sólo se refleja en la instrucción del sumario contra la sociedad obrera, iniciado porque, como sostuvo el comisario Durval Gómez en el telegrama a la Jefatura de Policía, a su juicio, el manifiesto contravenía esa ley. También se expresa en la voluntad o no de otorgar permisos para la realización de manifestaciones públicas y, en caso de concederlo, la vigilancia del lenguaje utilizado en los discursos, como veremos.
En septiembre de ese año Oficios Varios de Allen, lejos de amilanarse por el sumario instruido contra la comisión de la sociedad obrera, lanzó un manifiesto convocando a una asamblea a realizarse el 2 de octubre. A través del mismo medio también denunció que desde hacía varios meses la policía le negaba el permiso de reunión, incluso dentro del mismo local sindical, “un derecho, que hasta las mismas leyes burguesas conceden”. “Los encargados de custodiar los intereses de los capitalistas, que en esta comarca se han enriquecido con la producción de nuestros brazos y nuestra inteligencia, se niegan a reconocernos el derecho de reunión que otros ejercitan libremente”, afirmaban. “Llevamos nuestra más enérgica protesta al tribunal de la opinión pública, para que éste se pronuncie y diga si aquí donde carreristas y jugadores tienen carta blanca para satisfacer sus vicios, puede negarse a nosotros los obreros que constituimos la gran falange productora, el derecho a reunirnos”, expresaba, denunciando la permisividad de las autoridades con actividades que se encontraban en las antípodas de las prácticas emancipatorias promovidas por los anarquistas (Expte. N° 1464/1921: foja 49).
Las quejas no alteraron el estado de las cosas, ante la imposibilidad de realizar aquella asamblea, la sociedad obrera lanzó una nueva convocatoria, para el 6 de noviembre. En el manifiesto azuzaba a los trabajadores: “es hora que despertéis de ese letargo y reconozcáis que tan esclavo es el que está trás el mostrador, como el que trabaja con la orquilla; y si hay diferencia en la indumentaria, ella no quita que nuestra situación sea idéntica y nuestros intereses los mismos”. También se refería a las extenuantes 14 horas de trabajo en la cosecha, la “bazofia” que le deban por comida y el jornal que no les alcanzaba siquiera “para comprar unos harapos” con que cubrir el cuerpo. “Y todo esto, por qué? Pues simplemente: por falta de conexión, porque en vez de ocupar nuestro puesto en el Sindicato, preferimos embrutecernos en los ‘boliches’ o dejar lo poco que nos queda en los garitos (carreras o jugadas de taba), y luego nos lamentamos en medio de nuestra impotencia, esperando a que otro haga algo por nosotros; pero eso no sucede ni sucederá jamás”, recriminaba a sus hermanos de clase, al tiempo que daba claras referencias del contexto en que se desarrollaba el proselitismo revolucionario. Concluía convocando a los trabajadores de Allen y pueblos circunvecinos a concurrir a la asamblea a realizarse el primer domingo de noviembre (Expte. N° 1464/1921: foja 51).
Sin embargo, otra vez la reunión tampoco fue autorizada y Oficios Varios resolvió redoblar la apuesta, para el 27 de noviembre llamó a una asamblea general a las 9 de la mañana en el centro obrero y a las 13.30 una conferencia pública en la plaza de Allen. Esto se realizaría en el marco de una serie de actividades de propaganda organizadas junto a los sindicatos de Gral. Roca y Cipolletti, en el marco de la gira de propaganda emprendida por Siberiano Domínguez, destacado militante llegado desde Bahía Blanca. 6)Severiano Domínguez se hacía llamar Siberiano en recuerdo de los mártires que fueron a dar con sus huesos en las mazmorras de la Siberia rusa. Desde su base en Ingeniero White realizaba continuas giras de propaganda. En 1917 formó la primera agrupación libertaria en La Pampa y al poco tiempo el Juez Federal F. Marenco lo envió a Sierra Chica en aplicación de la Ley de Defensa Social, entre otras muchas detenciones. Todo ello acompañado de una doble velada de teatro a cargo del cuadro filodramático Floreal, de Gral. Roca, que se iniciaría el sábado 26.
Fin de semana agitado
En el local de Allen se concentraron las columnas de las tres sociedades de Oficios Varios de la FORA -más de cien personas, según testimonios incorporados al expediente judicial-, y desde allí se dirigieron a la plaza donde se realizaría el acto, a pesar de no contar con el permiso policial. “De un tiempo a esta parte la negativa de permisos se había convertido en sistema, y hemos tolerado y esperado hasta el cansancio; pero agotados todos los medios para conseguir permiso, resolvimos realizar la asamblea sin él”, explicarían más tarde desde las páginas de La Protesta (08/12/1921). La presencia de las fuerzas de seguridad no se hizo esperar y tuvo la contundencia de los fusiles apuntando a los asistentes. Ante la intimación del comisario Durval Gómez para que se dispersen, los militantes foristas Julio Díaz y Andrés Gómez alegaron el amparo de la Constitución para manifestar pacíficamente en la plaza. El parte policial cita revólveres en mano y gritos de “viva la anarquía”, “abajo los burgueses” y “abajo la Liga Patriótica” (Expte N° 1464: foja 1). Según La Protesta, “los compañeros le contestaron [al comisario Durval Gómez] que no estaban supeditados a su voluntad y menos a la de los burguesotes liguistas, a los que el comisario obedecía servilmente. Ante esta contestación, el comisariejo ordenó al sargento que lanzara a la carga y disolviera en mitin ‘con cualquier forma’. Los compañeros le hicieron notar que el sería el único responsable de lo que sucediera. Los cosacos echaron rodilla a tierra y apuntaron, pero no hicieron fuego; vieron que había disposición para repeler el ataque y se conformaron con la ‘paraca’, asustando algunos niños y mujeres” (08/12/1921). Finalizado el acto retornaron al centro obrero entonando Hijos del Pueblo.
La correlación de fuerzas llevó a la policía a desistir de un enfrentamiento armado, retirarse, y practicar luego detenciones selectivas. Varios de los militantes más destacados de Cipolletti y Gral. Roca habían sido marcados en la estación del Ferrocarril del Sud. Los primeros en ser detenidos fueron Antonio Carrión y Mariano Rubio, ambos españoles, por desacato y atentado a la autoridad con armas. Además de sendos revólveres, la policía les secuestró materiales de propaganda. Luego, con el auxilio de refuerzos enviados desde la comisaría de Gral. Roca, efectuaron redadas para capturar a Apolinario Marcos –acusado, junto a Carrión y Rubio, de ser de los más exaltados y amenazantes con su arma-, Julio Díaz, Francisco Ortega, José Martínez y Andrés Gómez.
Las funciones de teatro, que habían comenzado la noche anterior en el salón La Armonía, 7)El sábado 26, de acuerdo con lo programado, el cuadro filodramático Floreal de Gral. Roca puso en escena la obra Sin Patria, tras la cual Siberiano Domínguez expuso una visión anarquista de la mujer y el hogar, modalidad muy utilizada en tanto combinación de teatro y oratoria con explícita y directa función propagandística. Sobre este último tema, citó el autoritarismo que prevalecía en las escuelas y la complicidad de los docentes en mantener el clima desafectivo y “de terror” en las aulas, lo que determinó que un indignado maestro se presentara en la comisaría a prestar declaración como testigo afín al relato policial. no se cancelaron. Esa jornada estaba prevista la representación del diálogo dramático Sin patria, de Torre y Bretons, que se realizó a pesar de la detención de Rubio, uno de los actores. Se escenificaron también Las Coyundas, de Alfredo Boyer, y Robo en despoblado, de Vital Aza y Miguel Ramos Carrión. Completaron la velada Para eso se paga, del dramaturgo socialista Pedro E. Pico, y una disertación de Siberiano Domínguez, sobre la independencia de América. Todo transcurrió en un ambiente tenso. Al término de la última función teatral, desde las sombras de la calle, y sin presencia policial a la vista, dispararon hacia el interior del salón. La agresión fue repelida, mientras mujeres y niños se guarecían en las piezas de la fonda y algunos hombres, entre ellos los actores, lo hacían debajo del escenario. Río Negro afirmó que al menos se escucharon cien disparos.
Zona liberada
Mientras el semanario dirigido por Fernando Rajneri adjudicó el ataque a personas desconocidas y mal intencionadas (01/12/1921), desde La Protesta responsabilizaron a la Liga Patriótica (08/12/1921), en tanto la policía atribuyó los disparos a quienes asistían a la función y, más aún, les imputó la intención de atacar la comisaría para liberar a los detenidos Rubio y Carrión (Expte N°1464: foja 2).
En los primeros días de diciembre fueron detenidos Laureano Yustes y Cecilio Olmos, que fueron remitidos a la cárcel de Viedma junto con Mariano Rubio y Antonio Carrión, a la vez que las actuaciones policiales eran elevadas al juez Román Garriga. Luego Apolinario Marcos fue sumado al grupo de presos, y se consideraban prófugos a Siberiano Domínguez, Julio Díaz, José Martínez, Andrés Gómez y Francisco Ortega. Las detenciones y nuevas órdenes de captura seguían moviendo las actuaciones con motivo de los incidentes del 27 de noviembre. Por esos días el diario anarquista publicó un aviso de Oficios Varios de Allen en el que advertía a quienes mantenían correspondencia con la sociedad obrera que la suspendieran “debido a la reacción desencadenada” (LP, 06/12/1921).
“La policía anda en busca por el pueblo y por el campo, de otros compañeros activos de la propaganda, para envolverlos en algún infame proceso y tenerlos encarcelados durante un tiempo más o menos largo”, sostenía el corresponsal de La Protesta. También relataba que una comisión que intentó abrir el local de Oficios Varios, que permanecía clausurado desde “la refriega”, fue trasladada a la comisaría. Los obreros fueron brutalmente golpeados y permanecieron detenidos durante 36 horas, “deportándolos luego para Gral. Roca”. Ocho días más tarde retornaron a Allen con el propósito de reabrir el local y fueron nuevamente detenidos, torturados y luego conducidos hasta la estación, donde “se les comunicó que no podían radicarse en el pueblo” (LP, 23/12/1921). Días después el periódico anarquista denunció que los trabajadores golondrinas que arribaban a la localidad eran conducidos a la comisaría donde se los sometía a una paliza preventiva y calabozo. Según La Protesta, sujetos de la Liga Patriótica recorrían las calles y caminos rurales al acecho “como lobos carniceros” (LP, 10/01/1922).
En enero de 1922 arribó a la cárcel de Viedma José Martínez, apresado en Allen, y en junio sucedió lo propio con Julio Díaz; ambos también por “desacato y atentado a la autoridad”. El abogado de los presos, Cipriano Bardi, en una presentación al juez, subrayó las diferencias de los procedimientos policiales en Allen con las movilizaciones similares que tenían lugar en Buenos Aires, Rosario o Bahía Blanca, sin dar lugar a represiones innecesarias. Además de calificar a las detenciones como ilegales y “un atropello a las garantías individuales”, el defensor advirtió sobre vejámenes sufridos por los inculpados (Expte 1464: foja 79). Incluso Carrión y Yustes denunciaron ante el Juez que habían pasado varias noches sujetos a la barra en la comisaría (fojas 74 y 76).
En los primeros días de enero La Protesta dio cuenta de la “espantosa miseria” a la que quedaban expuestas las compañeras e hijos de los obreros trasladados a la cárcel de Viedma, e informaba la apertura una lista de donaciones “para aliviar la penosa situación”. “Los trabajadores de Allen no deben permitir que estos abusos se repitan. Nuestra libertad está amenazada continuamente y no es de hombres dejarse ultrajar como rebaño que se arrea”, arengaba el decano de la prensa anarquista (10/01/1922). Apenas menguó el despliegue represivo la actividad libertaria recuperó el espacio público con renovado ímpetu, el 1 de Mayo de 1922 hizo una importante demostración de fuerza marchando por las calles de Gral. Roca. En esa misma jornada se realizó una asamblea en la que, entre otros puntos, se resolvió constituir el Subcomité Pro Presos de Río Negro. En agosto de ese mismo año el Subcomité hizo un pedido de aportes de dinero a fin de seguir garantizando el apoyo material a quienes permanecían en prisión (LP, 09.08.1922). Si bien sobraba determinación, la escasez de recursos emergía como su flanco más débil.
En julio de 1922 fueron sobreseídos provisionalmente los imputados por la presunta violación de la Ley de Defensa Social, dado que no pudieron individualizar a los autores del manifiesto lanzado en enero de 1921. Lo mismo sucedió con los encausados por atentado y desacato a la autoridad. Olmos, Yustes, Marcos, Díaz y Martínez fueron sobreseídos en mayo de 1923, mientras que en julio de 1926 fue el turno de Rubio y Carrión, al prescribir la causa.
Fuentes:
-Judiciales Expediente N° 324/1921. Juzgado Letrado de Río Negro. Marcos Apolinar, Laureano Juste, Cesario Cancio, Francisco Walls i Juan Hernández s/inf. Defensa Social, Archivo Histórico de Río Negro. Expediente N° 1464/1921. Juzgado Letrado de Río Negro. Rubio Mariano - Carrión Antonio - Olmos Cecilio - Yustes Laureano - Apolinario Marcos – Julio Díaz – José Martínez. s/atentado i desacato a la autoridad, Archivo Histórico de Río Negro. Expediente N° 1570/1921. Juzgado Letrado de Río Negro. Rubio, Mariano y Carrión, Antonio s/ excarcelación. Archivo Histórico de Río Negro. -Bibliográficas Cuadrado Hernández, Generoso (1982). La rebelión de los braceros, en revista Todo es Historia Nº 185, Bs. As., octubre. Masés, E. et al (1994). El mundo del trabajo: Neuquén 1884-1930, G.E.Hi.So., Neuquén. McGee Deutsch, Sandra (2003). Contrarrevolución en la Argentina 1900-1932. La Liga Patriótica Argentina. Universidad Nacional de Quilmes Editorial, Bs.As. Piflacs, Dovy (2010). Los chacareros judíos. Deauno.com. Bs. As. Proyecto Allen (2010). El Libro del Centenario. Allen (Online) Ruffini, Martha (2007). La pervivencia de la República posible en los territorios nacionales. Poder y ciudadanía en Río Negro. Universidad Nacional de Quilmes Editorial, Bs. As. -Periodísticas La Antorcha (Buenos Aires) La Protesta (Buenos Aires) Río Negro (Gral. Roca)References
1. | ↑ | Este artículo es producto de la investigación sobre el movimiento anarquista en el Alto Valle del Río Negro (1920-1930) que iniciamos con a Jorge Etchenique, algunos pasajes fueron tomados del texto borrador sobre el que trabajamos hasta meses antes de su muerte, el 13 de diciembre de 2013. |
2. | ↑ | La reconstrucción del caso fue hecha en base al Expediente N° 324/1921 del Juzgado Letrado de Río Negro, Marcos Apolinar, Laureano Juste, Cesario Cancio, Francisco Walls i Juan Hernández s/inf. Defensa Social, disponible en el Archivo Histórico de Río Negro. Las citas mantienen los errores ortográficos y de sintaxis. |
3. | ↑ | Los trabajadores organizados en las sociedades de Cipolletti y Allen, ante la disolución de esos centros, pasaron a cotizar en Oficios Varios de Roca, y esa localidad se transformó en el eje de la actividad forista. En diferentes momentos de la década de 1920 allí también funcionaron sociedades de resistencia de panaderos, albañiles y ladrilleros. |
4. | ↑ | En su artículo sobre la rebelión de los braceros del sur bonaerense de 1919, el militante anarquista bahiense Generoso Cuadrado Hernández, afirma que entonces se vivía en una atmósfera convulsionada “alimentada por una oleada de esperanza ante los pronunciamientos revolucionarios de Rusia, Alemania, Italia y España”. La rebelión de los braceros, en revista Todo es Historia Nº 185, Bs. As., octubre 1982, pág. 82 |
5. | ↑ | “Nacido en Buenos Aires, llegó a la localidad en 1896 como ayudante de transportes de la división Los Andes. (Ruffini, 2007:246). Viterbori se opuso a la radicación de inmigrantes judíos en Roca, que dieron origen a la Colonia Rusa. Si bien no ocultaba el desprecio por estos, el móvil era acaparar las tierras que habían elegido para instalarse. En 1907, desde la administración de la Cooperativa de Irrigación, que regulaba la provisión de agua del canal, ordenó dejar sin riego las incipientes chacras de los colonos judíos (Piflacs, 2010). |
6. | ↑ | Severiano Domínguez se hacía llamar Siberiano en recuerdo de los mártires que fueron a dar con sus huesos en las mazmorras de la Siberia rusa. Desde su base en Ingeniero White realizaba continuas giras de propaganda. En 1917 formó la primera agrupación libertaria en La Pampa y al poco tiempo el Juez Federal F. Marenco lo envió a Sierra Chica en aplicación de la Ley de Defensa Social, entre otras muchas detenciones. |
7. | ↑ | El sábado 26, de acuerdo con lo programado, el cuadro filodramático Floreal de Gral. Roca puso en escena la obra Sin Patria, tras la cual Siberiano Domínguez expuso una visión anarquista de la mujer y el hogar, modalidad muy utilizada en tanto combinación de teatro y oratoria con explícita y directa función propagandística. Sobre este último tema, citó el autoritarismo que prevalecía en las escuelas y la complicidad de los docentes en mantener el clima desafectivo y “de terror” en las aulas, lo que determinó que un indignado maestro se presentara en la comisaría a prestar declaración como testigo afín al relato policial. |