La gran inundación de 1899
A fines de mayo de 1899 una inundación arrasó el valle. El Fuerte Roca quedó en ruinas y unas 10 mil personas abandonaron sus pertenecías y hogares a lo largo del valle.
La oficina telegráfica destruida por las aguas hacía difícil pedir ayuda. Los habitantes huyeron hacia las zonas más altas con lo poco que les quedaba. El que resistía era el colegio salesiano San Miguel, construido por el padre salesiano Alejandro Stefenelli. En este edificio hoy todavía es posible ver en sus paredes las marcas de 2 metros de agua que dejó aquella terrible inundación. Muchos testimonios recuerdan cómo se veían estas marcas años atrás, más cercanos a la catástrofe.
El pueblo entonces fue desplazado 5 Km. de su ubicación original, donde se encuentra actualmente la ciudad de Gral. Roca. La inundación también impidió que la Comitiva presidencial del General Roca llegara a inaugurar la línea del ferrocarril Bahía Blanca – Neuquén.
“Mi bisabuelo vino en los primeros tiempos del colegio de Stefenelli. Desde su Lombardía natal se escribía con el Padre Belli quien le pedía que viniera a trabajar en la agricultura. Cuando llegó sufrió la inundación que arrasó con todo y se fueron a las partes altas. Perdieron todo, mis familiares recordaban que lo que no se llevó el agua se lo robaron los milicos, que decían estaban para ayudar” (Entrevista a Oscar Silvetti, 2008).
“El 17 de julio amanecimos rodeados completamente por el agua. La creciente se extendía por todo el valle y ya era imposible pensar en la salida. Nos atrincheramos. Para contener el avance de la inundación se levantaron extensos murallones de tierra y en pocos días la incomunicación fue completa y absoluta. Se agotaron las provisiones de carne, y entonces se apeló al racionamiento extraordinario, consistente en un puñado de harina, que cocíamos, amasándola sin sal algunas veces, al rescoldo, y a una que otra piltrafa de carne de caballo que nos tocaba por milagro. Al hallarnos aislados por la creciente, y no sabiendo el tiempo que duraría esa situación, el general Villegas dispuso que se reunieran los caballos que habían quedado en el campamento, pertenecientes al servicio de la proveeduría y a los ayudantes, a fin de distribuirlos para el consumo, moderadamente. Aquellos mancarrones, que se caían de puro flacos, llenos de mataduras, fueron la salvación del ejército expedicionario. Celosamente custodiados, iban matándose a razón de “uno por cuerpo”, es decir, para cuatrocientas personas, término medio. Esto significaba el hambre y la miseria declaradas. No pudiendo ir en busca de leña, se quemaron los ranchos, y no pudiendo construir elementos de salvación para todos, resolvió que no se construyeran para nadie. Entretanto, casi a la vista de todos, las caballadas se ahogaban en sus rodeos, se ahogaban las novilladas del proveedor sorprendidas en su marcha, y dentro de poco nos ahogaríamos también nosotros. Y para que no entrase el desaliento en los espíritus, la división hacía constantes ejercicios durante el día hundiéndose en el fango que se formaba a causa del agua que empezaba a manar del suelo. Por la noche esos mismos milicos lo pasaban bailando, al compás de las bandas de música, que tocaban, de orden superior, las más alegres piezas de sus repertorios” (De La guerra del Malón del Comandante Prado, editado en 1907)
“Mientras pintaba el mural, algunos vecinos del barrio me comentaban que todavía se suelen encontrar botones de chaquetas de milicos, herraduras, botellones y varios elementos militares en el lugar. Según un vecino, hace algunos años, cavando una zanja, encontraron botellitas, aún con perfume en su interior, que databan de fines de 1800. Bueno, como ya lo dije, aquí fue el lugar donde se fundó el pueblo de General Roca, el lugar se denominaba Fiske Menuco (algo así como Pantano Frío). El nombre que los aborígenes tenían para el lugar parece una advertencia que los militares no tomaron en cuenta. Después de la inundación, el pueblo se trasladó a donde hoy está emplazado” (Candia, Chelo, 2008).
Hace 110 años la gran inundación produjo enormes daños en Viedma y Patagones
ASÍ SE VIERON EN ROMA LAS CRECIDAS DEVASTADORAS DE 1899
Roca: 40 años protegida de los grandes aluviones
“Hay agua para regar más de un millón de hectáreas, la mitad de Egipto”
Escuchá, mirá: Así luchaba Roca contra el barro, antes de la defensa aluvional