Blas, el alambrador

Las chacras se demarcaban y trazaban con alambre y los alambradores eran una necesidad. Domingo Madariaga, Juan Antorena o su aprendiz, Blas Gurtubay, fueron los encargados de una tarea para nada menor: delimitar las primeras propiedades de la zona.

Flia Blas Gurtubay.

Blas había nacido en España y vinieron con su madre viuda y sus hermanos al comenzar la Guerra Civil después de vender todo lo que tenían. En 1907, cuando Blas tenía unos 12 años llegaron al Alto Valle y se alojaron en la casa de Trinidad Alba, dueña de la chacra llamada La Trinidad y abuela de Norberto “Pelusa” Lorente. La mamá de Blas se casó con José Madariaga, quien ya tenía hijos. Como un matrimonio moderno los hijos de uno y otro se sumaron a los propios ampliando el árbol genealógico familiar de los Gurtubay y los Madariaga.

Además del trabajo como alambrador, se ocupaba como capataz en las propiedades de Piñeiro Sorondo. Se casó con María Antonia Dolores y compró una chacra para dedicarse al cultivo. María había venido a la zona como empleada de una familia inglesa: los Douglas Price. Con ella, Blas tuvo 6 hijos, uno murió a los pocos días de nacer, los demás se llamaban: Pedro, Humberto, María Enriqueta, Carlos y Clara.

  Para Gustavo Gurtubay, recordar al abuelo Blas significa volver a los días en los que vivía en la chacra n° 61. Allí andaba en tractor, jugaba entre los cajones de fruta y escuchaba las anécdotas del abuelo. Ese abuelo que merendaba con pan viejo, una rodaja de cebolla y sal, y que andaba “calzado” con cuchillo de plata, pues ya había abandonado la costumbre de andar armado con revolver pero igual “lo tenía cerca, en algún lugar del auto”.

Historia de Vida de Gustavo Gurtubay

El abuelo era ídolo en el pueblo, muchos hablaban de él y Gustavo siempre buscaba saber más. “Una vez, con uno de sus cuñados se fueron a Bariloche en una carreta. Tendrían unos 20 años y llevaban unas bordalesas de vino para ir tomando en el viaje. Resulta que al llegar estaban inaugurando el puerto de Bariloche y retaban a quien se animara a nadar hasta una boya en el lago. El premio era una vaquillona que por supuesto se ganaron pero terminaron internados con neumonía”, recuerda.

Blas Gurtubay y Jorge Douglas Price.

 Hay fotos del abuelo Blas en la misma carreta, en lo que es hoy Copahue cuando se fueron a una de esas “vacaciones” que cada tanto se tomaban. Sobre uno de esos viajes, Gustavo recuerda que “un día con su primo Guzmán Fernández, tambero de Roca, se fueron a vender unos caballos a Esquel, salieron con 10 caballos y llegaron allá con 100. ¡Decía que le habían vendido los animales en Cholila los bandidos rurales!”

En otra ocasión Blas “recordaba que una vez con Lorenzo Ramasco, que tenía auto, llevaron a un tipo que hacía dedo en la ruta e iba a Roca. Después se enteraron que era Bairoletto que estaba huyendo de un cabo que había herido y lo estaba persiguiendo desde hacía varios días” cuenta su nieto.

Esta historia parece algo descabellada, pero la verdad es que en los años ‘20, en la Colonia Gral. Roca, el diario Río Negro daba cuenta de “una enorme banda de salteadores a la que se habrían plegado contingentes apreciable de indios”. Las historias de bandoleros están presentes en muchos testimonios de habitantes de la región.

Título de una Acción de la Cooperativa Fruti - Vinícola Allen Ltda.

 

El Bacalao y la fortuna de los Gurtubay

Algunos familiares cuentan una vieja historia sobre un Gurtubay español y de cómo logró hacerse de una fortuna descomunal casi de casualidad. Resulta que José María Gurtubay era hijo de un modesto menestral de Dima que se fue a Bilbao a hacer negocios. Luego de un par de fracasos, empezó a dedicarse a las importaciones de bacalao. Creía que este negocio podría ser fructífero siempre y cuando se trabajara con pequeñas cantidades que pasaran desapercibidas a los empleados de Hacienda.

En 1835 envió un mensaje a sus proveedores habituales solicitando cien o ciento veinte bacalaos. Las cantidades fueron escritas en números y, para desgracia del Sr. Gurtubay, la “o” se confundió con un cero, entonces en vez de 100 o 120 bacalaos, le llegaron “1000120” o sea un millón ciento veinte pescados.

José estaba a punto de suicidarse. Igualmente se resignó y aceptó el cargamento, pero ¿cómo iba a vender tanto bacalao? Pero en el peor momento de desesperación tuvo un golpe de suerte. Bilbao fue cercada por las tropas del pretendiente don Carlos María Isidro. El millón de bacalaos de Gurtubay alimentó a toda la ciudad durante el sitio. Así, con un error y una tragedia, este antepasado de los Gurtubay allenses amasó una enorme fortuna y se transformó en un personaje destacado en la historia de Bilbao y España.

 

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Fuente:http://hispanismo.org/senorios-vascongados/5826-el-bacalao-y-la-fortuna-de-los-gurtubay.html

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  Gustavo Gurtubay: Historia de vida (ver las últimas 3 imágenes de la tira)

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2 Respuestas

  1. Ana Gurtubay dice:

    Hola Gustavo:
    Preciosa historia la de tu abuelo Blas. Que tiempos dificiles y explendidos vivirían … Invita a soñar.
    Pego esta historia en el muro del grupo.
    Besos

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