El «hombre récord» de Allen
Nuestro "hombre récord" es un señor afable que vive en Allen y es hijo de uno de los primeros pobladores de ciudad. Se llama Hector Raúl San Segundo y desarrolla una actividad fascinante: resolver acertijos.
Esta historia intenta homenajear a Héctor Raúl San Segundo. Seguramente, "homenajear" es una palabra que lo avergonzará un poco, ya que Héctor cultiva un bajo perfil y una humildad difícil de igualar en estos tiempos de egos en crecimiento.
La modestia, nos dice, es "una gran virtud".
La historia la denominamos "Hombre Récord" pues es uno de los nombres que ha recibido en las publicaciones de juegos de ingenio: "Héctor San Segundo, el hombre-record de Allen". Creador del grupo de invención y resolución "Los acertijeros", Héctor es "recordman" (sic) del ingenio en publicaciones y secciones de desafíos al ingenio, mejorando marcas, soluciones y proponiendo nuevas resoluciones y acertijos.
Fue ganador de la Olimpíada del Ingenio de la publicación El Acertijo en 1994 y "ocupante vitalicio del más alto sitial del podio en revistas como Juegos, Humor y Juegos, El Acertijo, entre otras.
Superarlo, dicen sus competidores, "no es sencillo". Es "imbatible" e "insuperable", sorprende "una y otra vez", según los comentarios de las publicaciones.
Este genio del ingenio nació en Allen en 1937 y por herencia fue fruticultor. Su padre Jacinto llegó al naciente pueblo de Allen en 1912 y, luego de trabajar en distintas actividades, compró una chacra, plantó papas, alfalfa y viñas, tuvo 9 hijos y construyó una casa en donde nació el benjamín Héctor.
Está casado y tiene 2 hijos. Desde muy pequeño, su interés por el "ejercicio de la inteligencia" lo llevó a aprender ajedrez sin ayuda, mirando jugadas publicadas en revistas de ajedrez que tenía su padre. Tendría en ese momento unoa 6 años.
Ya en los años '80 empezó a comprar la revista Humor y Juegos y descubrió su pasión por los acertijos. Más tarde, se animó a buscar soluciones y crear problemas: "al comienzo, por supuesto, no resultaban de buena calidad. Después, poco a poco, fui adquiriendo cierta habilidad para producir acertijos", recuerda San Segundo en un reportaje del Semanario de la Ciudad.
En nuestra entrevista San Segundo dice que en la escuela era un niño más. Sólo en aritmética y geometría se destacaba un poco, y a veces sus compañeritos intentaban copiarse de él. Sin embargo, reconoce que era un "niño atípico", que le gustaba aislarse para estudiar y pensar jugadas de ajedrez, pero después jugaba con sus hermanos y amigos a los juegos típicos de aquellos tiempos.
Hoy tiene un lugar sólo para él donde se sienta a resolver problemas y analizar jugadas. Nos dice que tampoco es necesario estudiar todo el tiempo, que hay que "dejar un espacio para pensar pues, es más lo que se olvida, que lo que se recuerda. El olvido es saludable, yo sabía más cosas antes que ahora por eso creo que no hay que agotar la memoria. Hay unas 4 faces en esto, estudiar pero hay que dejar espacio para pensar, hacer las cosas de manera creativa y para eso no hay que hacer nada, dejar que la mente se desenvuelva por sí sola. Yo camino en la chacra y dejo que las ideas vengan solas. Finalmente, hay que cerrar las ideas porque las ideas aparecen en forma primitiva y después se desarrollan”.
Es perfeccionista. pero sólo en esta pasión por los acertijos, en las demás cosas no. Cree que el desarrollo de la información y la informática hoy es fantástico pero que a su modo de ver "hay mucha sobrevaloración, se necesita un punto medio y dejar espacio para la práctica diaria del pensamiento".
Héctor ha desarrollado ideas que ha enviado a distintos estudiosos y organismos especializados. En su libro La Luz del Universo presenta "ideas innovadoras y propias, temas que no son conocidos como el anti espacio, una ley nueva de la naturaleza...". Fue sorprendido por su familia cuando le entregaron un libro que él creyó era de otro autor, "cumplía 70 años y me dan el libro, veo el título y pensé que era igual al mío... ¡Resulta que me lo habían impreso! Por eso era el mismo título".
Nos dice que esto de editar sus libros es sólo para que algunos conozcan estos temas pero que, en general, hace unos pocos y los regala. Los libros se pueden bajar de la web pues piensa que no deben ser de acceso limitado.
Aquellos interesados en los juegos de ingenio aquí va uno del libro Cultivando el Ingenio de Héctor Raúl San Segundo. Esperamos les guste. A pensar!
El indio Pilquimín
Los autores crean ciertos personajes para matizar sus relatos. Y así inventé a Pilquimín, un indio araucano del siglo XIX, habitante de la provincia de Río Negro, Argentina. No un matemático, pero sí un hábil calculista. Y además, negociante de animales. Esta condición resulta propicia para la presentación de problemas de ingenio porque no aparecen fracciones. En cierta ocasión se dieron las circunstancias siguientes: Pilquimín tenía 100 ovejas en el corral del sauce para cambiarlas por 80 caballos. Y 140 ovejas en el corral del pozo para cambiarlas por 120 vacas. Como negociaba con “Ojos grandes”, que tenía cualquier cantidad de animales, pensó en quedarse con más vacas (que vendrían muy bien en su hacienda). Entonces pasó cierta cantidad de ovejas del sauce al pozo. Pero luego vio que las vacas serían en realidad demasiadas y trajo cierta cantidad de ovejas de vuelta del pozo al sauce (menos de las que había llevado). Al día siguiente cambió todas sus ovejas por caballos y vacas con toda normalidad. ¿Con cuántas vacas se quedó al fin el indio Pilquimín?. O bien, ¿cuántas ovejas cambió de lugar una y otra vez el indio Pilquímín?. Así presentado, el enunciado no parece tener suficiente información. Sin embargo, los datos que contiene alcanzan para resolver el problema. Hay una explicación aritmética simple que permite llegar al resultado. En resumen: – En el sauce había 100 ovejas para cambiar por 80 caballos. – En el pozo había 140 ovejas para cambiar por 120 vacas. – Pilquimín llevó cierta cantidad de ovejas del sauce al pozo y luego trajo de vuelta una cantidad menor. Hay que deducir aritméticamente cuántas ovejas cambió de lugar una y otra vez y cuántas vacas obtuvo al fin el indio Pilquimín.
Respuestas a:
hectorsansegundo@gmail.com
cultivandoelingenio@gmail.com
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