La Piky
Nélida “Picky” Tolosa llegó a Allen a los 15 años. Como parte de la comunidad católica, impulsó el Centro Comunitario San Pantaleón. Allí inició, junto a otras personas, el trabajo sobre problemáticas de la mujer y violencia familiar. Comenzaron conectándose con los barrios, con vecinas de la localidad, escuchando y compartiendo historias.
Esto llevó a la necesidad de un espacio de encuentro que se transformó en el lugar adonde muchas mujeres afectadas por distintas formas de violencia comenzaron a recurrir en busca de ayuda y contención. Se formó entonces la ONG “Manos Entrelazadas” en 1991, como espacio específico para la mujer, desde donde se buscó la sensibilización y concientización de la sociedad, circulación de información y recepción de demandas.
El trabajo de Picky, como el de las demás participantes, fue y es ad honorem: “Este es un lugar que pensamos como espacio terapéutico pero demanda mucho tiempo, recursos no solamente humanos sino materiales y no los tenemos” (Piqui Tolosa para Allen… nuestra ciudad, 2006).
(Esta introducción esta en el Libro del Centenario 1910 - 2010 que está on line en esta página)
Lo que vas a leer a continuación es una entrevista que hicimos hace unos años a Piky y a su esposo Valerio en el contexto del proyecto Historias de Amor. Será sólo la primera parte pues es una larga entrevista en la que recorremos las historias individuales, la vida en común y su trabajo comunitario en Allen.
En esta primera entrega queremos presentar a esta maravillosa mujer, que supo salir de un pasado difícil y dar lo mejor para los demás. No le fue fácil, ni comprender ese pasado ni abocarse a una lucha que muchas veces parece un laberinto sin salida...
Piky es una sobreviviente, una resiliente, que además de asumir su pasado se fortaleció con él. La pequeña Piky sufrió y se sintió que se moría. Paró para ver y luchó. Luchó con su historia y aprendió. Entendió que sus heridas eran útiles, que la ayudaban a ser quien era y a empezar a luchar por otros. Esos otros que ayer, que hoy, que siempre sufren la injusticia de tener una vida impregnada de violencia y desamparo.
Queremos que la conozcas, es importante para la comunidad reconocer a sus representantes silenciosos, a esos que buscan unir, sumar, a esos que la historia oficial generalmente relega en pos de recordar solo a aquellos que han ocupado cargos públicos.
Con Uds. Nelida Beatriz "Piky" Tolosa.
Piky nació en Choele Choel pero tiene varios nacimientos. Tal vez haya nacido en cada pueblo en que vivió pues en cada uno esperaba encontrar una nueva vida. Su papá era Policía y lo trasladaban de un lugar a otro, así que Piky ya a los 4 años cambió de casa y llegó a Valcheta. Después a Aguada Cecilio y luego volvieron a Valcheta, donde tenían una humilde casita. Ya un poco más grande arribaron a El Bolsón, del que recuerda aquellos días muy distintos del "otro sur del que veníamos, El Bolsón era frío, muy frío, así que allí pase mucho frío, pues no había mucha preocupación por nuestra ropa... andábamos con zapatillas Pampero y ropa muy liviana para la zona. El frío es un recuerdo vívido de mis años de infancia, un frío que siento a flor de piel y aún padezco". Allí conoció a una familia cuya amistad mantuvo por años ya que ellos la llevaban de paseo cuando lograban la autorización paterna... Piky disfrutaba mucho esas salidas.
También anduvo por Sierra Colorada y en sus recuerdos están las casitas que hacían de comisarías, la máquina de escribir que era parte de la familia, del sonido de la vida cotidiana, donde su papá armaba sus informes, sumarios, notas "y nosotros lo ayudábamos".
Entre esos recuerdos se encuentra aquel sumario que protagonizó una Directora de escuela por abuso a niñas. Piky piensa entonces que la niñez ha sido siempre la más desprotegida y que aún lo sigue siendo. "Sería 1963 y la Directora amenazó a mi padre diciéndole que no iba a poder probar nada. Le aseguró que pagaría muy cara la denuncia que le estaba haciendo -pensemos que él tenía 5 hijos que mantener. Por suerte la denuncia prosperó y la Directora fue condenada a prisión".
Este hecho significó un nuevo traslado, tal vez como "premio"... lo real es que las injusticias eran moneda corriente en todos los lugares donde vivieron y si bien el papá era honesto y se comprometía con las dificultades de cada lugar en donde fue jefe de comisaría, la vida intrafamiliar también fue un lugar de injusticias para Piky.
La pequeña no solo sufría el frío o los problemas que día a día venían a denunciar al comisario... Piky, como la llamaba su padre, vivía una constante violencia en la familia. Las discusiones y golpes entre sus padres eran comunes y "como éramos la familia del Comisario, ¿a quién íbamos a denunciar?. Mis padres venían de infancias de abandono y violencia naturalizada. Además antes no se denunciaban estas cosas, era común la paliza, los golpes, las peleas en una familia...".
El desarraigo se unía a la soledad que sentía al no poder hacer nada. No podía lograr tener un lugar adonde vivir y tener amigos, otros que pudieran ayudarla. Estaba a cargo de sus hermanos, debía ser la "mamá" mientras sus padres "resolvían" sus problemas. Piky recuerda que tenía unos 5 años cuando a cargo de su hermano pequeño se le cayó de la cuna mientras lo hamacaba. "Se me da vuelta la cuna y mamá, que también tenía la mano suelta -luego entendí que los padres descargan sus frustraciones con sus hijos- me pega, así que me voy a la comisaría con mi papá".
Piky tenía cuatro hermanos, el mayor se llama Hugo, que sufrió una enfermedad de pequeño y en la adolescencia comenzó con un problema neurológico que aún lo aqueja. "Tal vez se pudo mejorar llevándolo a Buenos Aires pero en esa época y cómo vivíamos era imposible...”, reflexiona. "Después de Hugo sigo yo, luego Tato, cinco años menor que yo, Sulma y Máximo. Yo era muy chica y todos estaban a mi cargo, incluso llevaba a mi hermano mayor a la escuela... los más grandes era como que no existíamos. Cuando comienzo mi trabajo comunitario viajamos a Buenos Aires con Andrea Thea a una Jornada Internacional de Maltrato Infantil, en uno de los tantos talleres que participamos hacemos un ejercicio de introspección, allí nos hacen hacer un trabajo donde debíamos recordar nuestra infancia y nos dicen que pensemos en nuestro primer día de clases. Yo me esforzaba, no recordaba nada así que al volver le pregunto a mi mamá sobre la escuela y mi primer día de clase, le digo ¿con quién fui? y ella me dice, muy sincera -demasiado-: “Y nadie! quien te va a llevar!!.".
En esas jornadas Piky comenzó a "revisar y volver atrás, uno no olvida, es un mecanismo de defensa olvidar, sino los traumas y sus secuelas nos enferman la vida. Uno tiene que reelaborar y es complicado... Yo estuve muchos años con pesadillas y con miedo extremo; la revisión de mi vida la hice ya de grande. De pequeña siempre pensaba que la vida no podía ser eso, me escapaba de las peleas de mis viejos y me quedaba bajo un árbol, miraba la luna y proyectaba... todavía no era un proyecto de familia, pero pensaba que no me iba a pasar lo que yo pase, mi sueño era que ningún chico pasara eso".
Años más tarde, ya en Allen, Piky y su esposo Valerio trabajaron junto al Padre Luis Klobertanz en los años en que fue párroco de la Iglesia católica. Fue este sacerdote quien escribió "Carta a mi niña interior", un escrito en que intentaba dar cuenta de lo sufrido por Piky de niña.
"Yo sé bien que fuiste una niña pequeña que tuviste que madurar rápidamente por las órdenes y obligaciones que injustamente te echaron encima. Sé que, a pesar de tus pocos años, entiendes muchas cosas. Al entenderlo te vas a serenar muchísimo. No te pongas mal. Ya adivinaste de quien te voy hablar. De papá. Ni quieres que te lo nombre. Nenita no te tortures con un fantasma. No lo mereces... Fue una víctima de su tiempo y, como tantos otros, se fue dejando víctimas en su camino".
A los 15 años Piky llegó a Allen también por un traslado de su padre. Una noche fue terrible, sus padres se pelearon y ella salió lastimada. "Los vecinos me llevan al médico, me ponen cuatro puntos, mis padres ni se dieron cuenta... seguían peleando, mi papá estaba alcoholizado, mi mamá tampoco estaba bien... Recuerdo que yo no dormí esa noche, me levanté y le fui a decir a mi padre que así no podíamos seguir viviendo, que se tenía que ir. Se levantó, estaba herido pues mi mama, para defenderse de sus golpes, le había pegado con un hacha, nos fuimos caminando juntos... me dijo que no me preocupara que no lo íbamos a ver más. Le pregunté si nos iba a abandonar y dijo que no, pero que debía encargarme de mis hermanos y en espacial de Máximito, el más chico. Murió al mes, yo tenía 16 años y el 40. Murió de un infarto, fumaba mucho... Lo velaron en la Comisaría VI con guardia de honor..."
"El mandato de mi papá fue ese y nunca pude olvidarlo, cuando Máximo tuvo un accidente, fue terrible para mí, recordaba cuando él me decía que cuidara a Máximo. Mamá trabajaba de empleada doméstica y yo estaba a cargo de ellos... porque para mi mamá Piky podía... No pude seguir en la escuela secundaria pues comencé a trabajar, aprendí por correspondencia Contabilidad... mi primer trabajo fue con Ponce, le llevaba los libros de contabilidad. Tenia 17 años y me fui haciendo... ¡me costó lagrimas de sangre! Me acuerdo que hice una carta cuatro veces una vez en el trabajo, ¡porque me salía mal!"
Piky conoce a su primer amor en Allen y sale un tiempo largo con él. Tenía unos 10 años mas que ella y era de "otro grupo social... eso era muy fuerte en Allen en esos tiempos. Yo era nueva en el pueblo, sin padre, con una mamá empleada doméstica, con hermanos a cargo... Yo estaba enamorada pero el ambiente no me aceptaba, como que tenía que buscar en otro lado. Comencé a trabajar en Roca, en una concesionaria de tractores, era la única mujer que trabajaba allí, imaginate, por ahí me traían ellos porque perdía el colectivo y ya era motivo de comentarios... era muy cerrado Allen y muy crudo en sus comentarios, pues a mí me gustaba la ropa y como tenía mi sueldo podía compararme... iba por Allen y me sentía muy mirada, pensemos... trabajaba con varones, mi mamá que hacia su vida... así que las dos nos juzgaban, nos rotulaban, era muy criticada, mis amigas me contaban lo que se decía... La moda era algo que me encantaba, a mi me gustaba vestirme a la moda... yo buscaba ahí la belleza, lo único que me reconfortaba era la ropa y con mi sueldo me iba a Mery (NdA: Merilau, comercio de ropa) a comprarme ropa... cubría mis gastos y aportaba a la casa.. Yo era chica, tenía 17 años y lo estético, la moda era donde yo me fortalecía como persona frente a los demás".
Le recordamos a Piky que ella fue seguramente la primera y única en casarse por iglesia en minifalda en Allen y se ríe, mientras su esposo Valerio, la mira y dice que "era y es una mujer muy bella". Recuerdan que cuando se conocieron ella pasaba frente al bar donde trabajaba él y la piropeaba siempre. Luego se hicieron amigos, ella le contó su difícil historia de amor y él la escuchó pero pensando que le gustaba mucho. Valerio dice que entendía lo que le pasaba pues así era antes Allen, "te marcaban que no pertenecías a ese sector social, era algo naturalizado. Y ella era hermosa, independiente... que querés, no gustaba eso".
Con Uds.: Valerio Svampa
Piky dice que el humor la salvó, "llorábamos tanto con mamá que decíamos que íbamos a ser viejas arrugadas de tanto llanto. Pensábamos que había tanta gente feliz y por qué nosotros no podemos ser como las otras familias... El humor me ayudo a sobrevivir. Pero era muy jovencita, en un momento, después de que papá muere, debimos dejar la casa de la institución y nos vamos a vivir a un lugar frente al supermercado La Bomba (NdA: hoy Corralón Rojo), adonde hoy hay una mueblería y estuvo el mercado Neto de Trapassi. Era un salón que debió ser un taller mecánico pues había dos fosas. En ese lugar en un par de habitaciones armamos la casa. Al lado vivía otra familia. Me acuerdo que mi mamá salía a la vereda con una silla azul horrible y usaba esos batidos en el pelo que eran moda en la época!! Lo estético era muy natural en mí, lo que a mí me agradaba me hacía feliz y la imagen era muy fuerte antes. Hoy se discrimina pero la moda es de acceso casi general, antes era para unos pocos y yo no era de ese sector social aunque siempre viví en la zona centro... además está esa idea, aun hoy, de que a los pobres no nos tiene que gustar las cosas lindas, es algo que en esa época era muy fuerte y era como una afrenta que yo comprara donde comparaban todas las señoras de clase alta. Recuerdo también las veces que hemos hecho alguna campaña comunitaria para juntar ropa y tuvimos que quemar cosas que eran imposible de usar, ni para lavar un piso".
Piky tenía amigas, salían juntas a la confitería en el centro del pueblo. Pero se la pasaba gran parte de la semana trabajando en Roca "y a veces como no alcanzaba a llegar, comer, higienizarme y volver a salir, así que alquilé allá”. “Pero insisto que era muy jovencita para vivir así, durante largo tiempo padecí anemia y me deprimí a tal punto que cuando papá murió no salía salvo para ir al cementerio. Caí en cama, no comía casi, mamá llamo al Dr. Paredes Lenzi y le dijo que si ella no me ayudaba a salir me moría. Lloraba y lloraba, así estuve una semana... y mamá que me decía qué vamos hacer nosotros si vos te morís... te imaginás lo que significaba esa mochila...", rememora.
Recuerda a sus amigas, "Carmen y Elsa Gonzales, Irma Folmer, Marta Scarlata, que cosía y yo iba... cuando llegamos a Allen nos hicimos amigos de la familia Marchan y con los chicos Scarlata y de la Prieta, mis hermanos se hicieron muy amigos. Ellos en general dejaron los estudios secundarios, el abandono llevaba a que cada uno hiciera su vida: o estudiás o trabajás era el mandato. Sulma sí estudió, las mujeres fuimos más responsables".
Cuando se puso de novio con Valerio le decían que no era para él, que era una loca y otras cositas más... "ella era transgresora” -dice Valerio- “era bella, no la perdonaban". Algunos le dicen que "tuvo suerte", al encontrar un hombre bueno como Valerio. "Pero seguro que yo me lo merezco!! Te dicen como que yo tuve suerte... como un salvador, pero a mí me dio laburo este tipo!. Somos diferentes, el es un varón reflexivo, tiene valores fuertes y toma distancia si hay problemas en su familia... yo no, me hago cargo, yo nunca quería lastimar a nadie, nunca un no a nada, me costó...".
Para Piky, Valerio cambió mucho -mira que me las mande todas, dice Valerio.
El Valerio actual de 63 años (esos años tenía cuando se realizó la entrevista) ha crecido. "En este proceso de formación comencé a hondar en las cuestiones de género, yo con mis hijos, como mamá me di cuenta cuanto me equivoqué por ignorancia, no venís con un libro. Me di cuenta de todo el machismo que transmitimos generacionalmente, fundamentalmente las mujeres. Incluso los cambios que empezaba a vivir yo los traía a la pareja y eso nos generaba problemas entre nosotros. Por ejemplo con el apellido, yo era Piky Tolosa y después de casada, Svampa. Valerio era como todos los hombres de antes, machista... y ¡celoso!... cambió mucho. En el 72 nos casamos y deje de trabajar para atender la casa. Los primeros años de casada fueron difíciles, la adicción al juego lo atrapaba, yo embarazada con los hijos pequeños... ellos lo saben y también saben que su padre hizo muchos esfuerzos para cambiar esa herencia... A finales de los años 70 yo estaba tan mal... hicimos un seminario de matrimonios y eso lo cambio tanto a Valerio... Se dio cuenta, de que el estaba afuera de la crianza de los hijos, de tantas cosas... igual yo quería separarme... y para volver a enamorarme hizo de todo!!. Volvimos a hacernos amigos después de 8 años juntos!! me contó lo que vivió en el colegio... muchas cosas que yo no sabía. En ese momento él viajaba mucho y comencé a sentir que lo necesitaba, y ahí volvimos a redescubrirnos".
Somos muy intensos, vivimos todo de manera única. Valerio es muy tierno, un seductor, todavía tiene su arrastre! (se ríen), se va a los extremos, él esta, o pum para arriba, o pum para abajo... Nos reímos mucho, es impulsivo así que yo soy el cable a tierra, la balanza que equilibra. Es un hombre honesto con valores, es muy servicial para la comunidad y su familia. Valerio siente y hace!! No hay términos medios para él, es acción y para él la otra persona siempre tiene algo de verdad. Nuestro matrimonio nos costó como a todo el mundo, me casé con miedo, no quería repetir la historia, era insegura, no creí que podría lograr algo... ahora yo busco ser sólida en la teoría y en la práctica, en la comunidad, la familia, ser yo misma con mis fortalezas, fragilidades y limitaciones".
Frente a tantos sentimientos de Piky hacia Valerio preguntamos:
¿Valerio, quien es Piky?
La bella mujer que ve Valerio "es especial, auténtica, sencilla, como la vida. Somos muy apasionados y ella me encanta por lo humana, que a pesar de lo que vivió, no se endureció con las injusticias, tuvo grandeza de no volverse rencorosa. Respeté su libertad e independencia, que se moviera, que vaya a donde necesite, tenemos mucha confianza, nos merecemos la confianza y libertad. Es una mujer que razona, moderada y realista... como mama ¡es una madraza!, es lo que a para mí la hace perfecta, cumple sus funciones, pone limites... los hijos también son libres pues los dos queremos que sean libres. Piky apasionada, la seducción es algo innato en ella y eso se suma a su calidez humana. Cuando perdimos la casa y tuvimos que comenzar de nuevo, ahí estaba ella... soy muy agradecido de la vida, agradezco a Dios de poder crecer, hemos vivido cosas feas y veo a muchos aferrados a lo material, y dañan a sus hijos, su familia, a los que más queremos, pues actuamos con inmadurez, nos cuesta construir, tenemos necesidades y necesitamos pensar en el mañana pero también no tenemos que jorobarle la vida a los demás, obligar a los hijos a hacerse cargo de uno, yo creo que no podemos ser tan egoístas, soy viejo y estaré solo... hay que aprender eso. No recuerdo momentos lindos en mi infancia... solo sé que fue muy dura y que gracias a Piki, a mis hijos, a mis nietos, uno sabe que tenemos otra oportunidad y dejamos que ellos cometan errores, nosotros ya nos mandamos las nuestras... y yo flor de cagadas me he mandado!!. No es soberbio contar desde un lugar autoficiente, uno no tiene todo resuelto, pero puedo sugerir, no dar consejos, hemos vivido, hemos sido seres humanos, con miedos... y eso es importante transmitir a los hijos, hasta la séptima generación vamos transmitiendo... "
Piky acota: "...el tiene una forma sutil, seductora y ¡te hace sentir culpable a veces! ahora estamos mayores, nos ponemos a pensar... mirá yo soy ordenada, no fanática y el es caótico ¡como que llegó de la guerra!... Ante la vida adversa uno se fue poniendo mas duro pero no hemos perdido el poder mirarnos y mirar a nuestros seres queridos, decir somos lo que somos... no se si ejemplos, sino seres que hemos creído que lo más importante es cuidar a nuestros afectos".
A pesar de los varios lugares donde vivió, Allen es su lugar. Recuerda con mucho cariño a algunas docentes que tuvo y a la familia Arcaute que fueron sus vecinos "cuando vivimos en la calle Sarmiento. Muy especialmente a Pablo que es padrino de mi Silvio. Acá nacieron mis hijos Silvio y Valeria, nietos, sobrinos, comencé con mi trabajo comunitario... en 1978 me invitaron al hogar de ancianos del Hospital, fue una experiencia conmovedora... ". Fue parte fundamental de la construcción del Centro Comunitario San Pantaleón inaugurado en 1989 y el grupo "Manos entrelazadas" que iniciaron en 1991.
Piky comenzó el secundario de adultos y también psicología social. "En el '77 entre en la iglesia, en 1978 entre de voluntaria a la sala de ancianos del hospital. Siempre me formé para poder ayudar, siempre fui inquieta y sentí esa vocación de servicio ante la necesidad y el dolor humano, da sentido a mi vida, es parte de mi esencia como también ser una ciudadana comprometida para con la realidad de mi pueblo".".
Algo mas...
Las corrección de datos se la pedimos a su hija Valeria. Ella nos dijo esto que creemos debemos compartir:
"Mamá es mi compañera y está siempre presente... también lo es como abuela. Yo tuve, desde los 8 meses de nacida, problemas graves de salud y ahí siempre estaba ella, saliendo a las 5 de la mañana al hospital de Neuquén a sacar turno... preparaba los termos con te o leche y a veces íbamos a orillas del río o plaza a desayunar mientras esperaba que me atiendan. Es para mi una madre ejemplar... un orgullo que sea mi mamá, un modelo a seguir. Nunca nos sobreprotegió, nos acompañó. Yo muchas veces me enoje por el tiempo que ocupaba en la iglesia... hoy la comprendo y le agradezco. Ni hablar de mi padre, es mi ídolo... son los dos unas personas con historias durísimas pero pudieron trabajar y se convirtieron en personas magníficas"
La Cueva
En los años ‘60 la movida de la boites acaparó la atención de los más jóvenes. La moda llegó a Buenos Aires y entonces nacieron boliches como Mau Mau y otros como Zum Zum, Snob, África y Reviens, ubicados en la zona de Barrio Norte y Olivos. La noche entonces comenzó a ser selectiva. La figura del disk-jockey y los juegos de luces de colores hicieron su entrada para no irse más. Allen también tuvo lo suyo, “la Cueva” y luego “Mambú” fueron diseñados a tono con la época.
La Cueva, que se mantuvo abierta hasta los años ‘80, fue un emprendimiento de Valerio y Romano Svampa. El local estaba todo cubierto de yeso para simular una caverna. El arte fue de Ricero Marcialetti y la decoración de Jorge Diazzi. El recordado cartel de hierro forjado con el nombre del lugar fue realizado por Hugo “Coraje” Martín. Cuenta el Libro de la Escuela 222 que “referente al sonido” poseía “platos Lenco, de fabricación suiza y dos aplicaciones Lenard de fabricación nacional, 16 waffls (…) ayudados ahora por dos columnas de fabricación alemana”. Además, se indica que La Cueva tenía capacidad para 120 personas sentadas y una pista con luces giratorias –también obra de “Coraje” Martín- en el centro. Se encontraba en la calle Tomás Orell, en el centro de la ciudad, donde por años funcionó el conocido “Bar Central”. Abrió sus puertas en 1969 con una fiesta en la que Piero, amigo de Valerio, iba a ser padrino del lugar, pero no pudo ser.
Que difícil la vida… la de todos… cada casa un mundo. Todos sufrimos lo nuestro en distintas épocas, pero seguimos adelante. Con fe, con optimismo, con esperanza (Uh, eso ya lo dijo Scioli).
Pero que lindo es verlos unidos y felices, disfrutando lo que con tanto esfuerzo se logró.
Valerio un luchador, si hasta te pareces ahora con canas a Juan Martín Látigo Coggi. Felicitaciones a una familia de bien.