Con Uds.: Valerio Svampa

Valerio Svampa nació en Italia, en Francavilla d'Ete un 17 de marzo de 1945, su mama se llamaba Eleonora Valeri y su papa Silvio, sus hermanos: Romano, Gema y Marieta, todos eran mayores que Valerio. Nunca volvió a su pueblo natal, al que el dice que le gustaría “volver con la familia”… 3 años y medio tenía cuando vino de Italia.

La familia llegó a Buenos Aires el 28 de febrero de 1949 en el buque Santa Cruz, un viaje en 3ra. clase de 45 días. Vivieron una semana en la casa de los tíos Victoria Svampa y Armando Morante en Buenos Aires, en San Justo y luego vinieron a Allen.

Valerio relata que cambio mucho en su vida y que tuvo una historia muy sufrida. Su papa era taxista y muy “picaflor” lo define él: “con los años me entere que lo llamaban el ´Rodolfo Valentino´ de Francavilla d'Ete, mi madre me contaba que era un romántico, tipo Romeo y Julieta él le recitaba versos debajo de su ventana. La situación económica de mis padres en esa época era bastante buena, mi madre era modista de alta costura, muy buena… pero el destierro, el venirse a la Argentina lo sufrió muchísimo”.

El padre debió marchar a la guerra, estuvo 6 años en África, con los años Valerio lo recuerda y lo valora en su “bohemia y dulzura a pesar de lo vivido… que podes pedir a alguien que vive la muerte, el hambre de cerca, las trincheras…? Comieron hasta ratas… Fijate que una vez el esta con sus cuatro compañeros en el campo de batalla y va a orinar y cuando vuelve había caído una bomba y los había matado a todos… yo siento que soy producto de la guerra, del dolor, de una generación con gran sufrimiento humano… y después de la guerra vino el enfrentamiento interno, porque después de la guerra estaban todos enfrentados y con un país destruido. Mi padre estuvo a punto de ser fusilado frente a su propia familia, tenía 3 años y recuerdo la escena, los gritos y llantos desgarradores… intercedió el cura, el intendente, el médico del pueblo y le perdonaron la vida. Recuerdo que ya en Allen las pesadillas eran reiteradas en mi padre y nos despertaba con sus sobresaltos”.

Eran tiempos duros, no había trabajo y es ahí cuando deciden venirse a la Argentina. Tenía a su hermano Basilio, que ya vivía en Allen y era mimbrero. Primero estuvimos en San Justo, donde había una hermana de mi padre, allí estuvimos un mes y después nos vinimos en tren a la zona… te imaginas la Patagonia en esa época! Era un desierto!!, mi madre lloraba, y al llegar a Allen, peor!! la diferencia era enorme… comenzamos a sufrir la marginalidad pues no sabíamos el idioma, la gente se reía de cómo hablábamos. Mi madre en Italia era modista de alta costura asi que en Allen se puso de costurera... fue muy valorada en su oficio”.

En Allen papá Silvio fue artesano mimbrero, tuvo secadero de fruta durante 4 años en el barrio Los Sauces (ex Bagliani). Inauguró junto a su sobrino Eduardo Svampa una de las primeras vidrierías en Allen, conserje del Club Unión Alem Progresista, cocinero (especialista en pastas) y durante muchos años se dedicó a cultivar huertas en la chacra de su yerno Ruli Biló.

Secadero Svampa

La familia de Valerio llegó a vivir a la casa del tío Basilio, estuvieron unos 6 meses viviendo en un galpón adaptado para cobijarlos. La mamá vendió la vajilla de porcelana italiana, la ropa de cama y cosas de valor que habían traído para juntar dinero y comprar la casa de la familia Arcaute, ubicada en Mitre 340, donde aun hoy viven sus nietas.

  “Sufríamos mucha discriminación de los habitantes del pueblo, yo la verdad no recuerdo cosas hermosas de mi niñez, había mucha violencia, mucha discriminación, yo vivía con miedo, con susto… parte de mi historia la recupere y sané de grande, amo mi vida pero quedaron huellas de esa marginación, de la separación entre los grupos propietarios y los inmigrantes, de cualquier origen… En Allen había un grupo de 6 o 7 familias y no entrabas en su círculo ni loco, ellos marcaban la diferencia y era abismal… yo sentía que eran otros seres humanos, con otra cultura solo por tener dinero. Te tratabas en la iglesia, te saludaban pero a sus circulo no se podía entrar por las diferencias sociales. Y la iglesia fortalecía esas diferencias. Yo era un chico que siempre estaba a la defensiva, me enojaba eso, yo era un gringo muerto de hambre, un gringo ´manya gusano´, como nos decían. Es que con la guerra comimos de todo, acá mi padre cocinaba al espiedo 200 pajaritos, no había otra cosas para alimentar a tantos, hacíamos quinta con verduras, todo se aprovechaba”.

Valerio dice que había mucha envidia entre colectividades también y si tenían algo te lo hacían notar, lentamente la convivencia fue mejorando… pero primero fue muy difícil, muy duro. Hasta los 12 años ayudaba a su familia, “imaginate que había gallinas, chanchos, huerta, de todo y después había que hacer las facturas, conservas… recuerdo que yo iba al gallinero y me sacaba un huevo crudo le hacia un agujerito y me lo comía pues para mi madre la alimentación era primordial, ella muy solidaria, todo el que llegaba se sentaba a la mesa a comer, se compartía todo”. El idioma era un gran problema insiste Valerio, “me costó horrores, tenía esa estigma, me decían ´burro´ y lo sufrí mucho, igual que mis hermanos, yo me llegaba a orinar de la vergüenza que pasaba en la escuela. Tuve de maestra a la Sra. de Iribarne, la de Ramis, Da Prato… Por eso adoraba ir a la chacra de mi tío pero me orinaba entonces me pegaban… llegue hacer cosas indignantes para evitar no hacerme pis… a mi hermana le decian la ´pichona´ porque también se hacía pis del miedo”

Los únicos regalos que Valerio  recibió fue en la escuela, de la Fundación Eva Parón, “un valero… también recuerdo con mucho cariño y dolor, a Lino Barbieri, me trajo un futbol, era el primer regalo que recibía! y los cinco días Lino fallece…”.

Valerio sufrió abuso a los 8 años y él lo cuenta para que otras personas se liberen de tan aberrante experiencia sufrida a la inocencia de un niño o niña, más común en aquellos tiempos que lo que muchos creen. Eso le generó desconfianza de todos, veía niños interactuando con adultos y se ponía en el rol de cuidador de esos pequeños. Los avatares familiares tampoco eran buenos, engaños, crueldad por vivir en tiempos de guerra y eso lo fortaleció mucho, cada vez que había un problema lo llamaban, “no soportaba las injusticias, las que sufrieron mis padres, quienes en la lucha por sobrevivir olvidaban el afecto, la caricia hacia sus hijos, mis padres me amaban pero no había demostración de eso, si golpes… una vez le saque una onda a un chico y me pegaron un sopapo que todavía me duele”.

Piky, su esposa y pilar, fue clave para abrirse al afecto.

Valerio a los 12 años decide irse al internado a estudiar para sacerdote, el dice que no tenía capacidad para estudiar si no lo “controlaban un poco” y para sus padres era un honor. Venia Elorrieta, De Roia a reclutar pibes para el seminario. “De Allen fuimos como 8 o 10... La noche anterior Piero me dice ¿adónde te vas? Y le digo, así que el le dice al padre ´papa yo me quiero ir a estudiar a Viedma con Valerio´. Hay una anécdota que el cuenta que cuando llegamos, el cura De Roia, Director del Seminario, dice ustedes saben para que están acá, a que vienen… Uds. viene para hacerse sacerdotes… Piero me mira… no lo podía creer, yo me mataba de risa!!”

Valerio fue a la escuela diocesana, “termine la primaria y me vine pero Piero siguió, estuvo a un paso de recibirse de sacerdote. Llegar a Viedma en esos tiempos era complicado, así que veníamos a Allen una vez al año. Yo cuestionaba esto del celibato y como cualquiera de esa edad me masturbaba y iba y me confesaba. Te imaginas! El sacerdote decía no! Es pecado mortal!!. Asi que yo me aguantaba un tiempo pero después volvía a masturbarme y lo confesaba. Un día me dijo esto es serio, voy a llamar a tu papa y a tu mama… yo le tenía terror a mis viejos así que le dije que nunca más… me empecé a confesar con otro sacerdote que era mas piola, me mandaba a rezar Padre nuestros y... no cumplí mucho... (risas). Estas cosas te las cuento pues son parte de la vida de cualquier ser humano pero es la hipocresía la que hace que se callen.

Volví a  Allen, de las 11 materias me lleve 9, a mi me gustaban las chicas, te imaginas, yo veía a mi hermana Marietta y Ruli (Bilo), que me llevaban a todos lados y yo tenía que controlar… cerraba los ojos, mientras ellos chapaban a lo loco.

Valerio recuerda que una vez lo llevaron a un prostíbulo, tenía 16 años, “de Allen a Neuquén en moto, camino de tierra… había un farolito rojo, era la ´sala de espera´, iban pasando de a uno, viste?, no había baño, había una palangana donde se higienizaban las chicas, adelante tuyo. Bueno, pasan unos días y me llama mi padre y me pregunta si había ido al prostíbulo, le digo que sí y me dice no vas mas, no quiero que me apestes a toda la familia. Le prometí que nunca más… pero eso era costumbre… no cumplí mucho con esa promesa (se ríe). Yo me acuerdo que en esos tiempos el abuso era muy común, muchos señores abusaban de sus empleadas domesticas…”

“Le dije un día a mi mama que yo tenía capacidad de estudio pero si estaba internado así que fui a Patagones, a la escuela agrícola, no me lleve ninguna materia y estuve 3 años, podíamos salir los fines de semana”. Valerio volverá a Allen recibido y se puso a trabajar de cargador de fruta, “también en Sociedad Italiana y además teníamos un camión que yo manejaba, después teníamos la concesión del Club Unión, el Club social, la pileta del Club Unión, tuvimos el Hotel Mallorca. En el 69 abrimos abrimos La Cueva con mi hermano y en los 70, 71 me empiezo a relacionar con Piky, yo siempre la veía y se me iban los ojos, le decía piropos… tenia la esperanza de poder bailar con ella alguna vez, porque a mí me encantaba bailar y en aquel entonces tenías la ventaja de los lentos que te permitía hablar con las chicas… Piky tenía unas piernas increíbles, la veía bailar en el bar Central…. Cuenta Piky que “una vez fuimos juntos a una chacra porque teníamos una amiga en común y ese día me quiso dar un beso pero le dije que estaba enamorada… la verdad es que yo no lo tenía registrado”. El dice que era un solitario, que salía solo y por ahí picoteaba pero era de andar solo “…me case con Piky y se terminó el picaflor. Cuando la conocí andaba de novio, mi familia la adoraba a esa chica… sufrió muchísimo cuando me separe de ella. Me porte mal porque no le dije que estaba enamorado de otra”.

En esos tiempos Piky trabajaba en Roca e iba a la confitería de la terminal de ómnibus, que estaba muy de moda “pero yo no conocía el boliche de Allen y un día una amiga me invita a ir a La Cueva porque ella se iba a encontrar con Valerio… pero él me invito a bailar a mí, me decía piropos, me decía cosas y la chica ahí mirándonos… me acosó toda la noche!!. La chica me pide que la acompañe a Roca porque Valerio era el que la llevaba y no quería ir sola. A la vuelta vinimos hablando… y bueno ahí lo deje avanzar un poco mas… a partir de esa noche empezamos a vernos todos los días, estábamos mañana, tarde y noche… a mi me enamoro de Valerio lo tierno que era, su piel, tenemos una cuestión de piel y su mirada… es muy protector”.

Pero… se enteró la familia, que no quería saber nada con Piky. Le hicieron muchas cosas a Valerio para que la dejara, incluso que se volverían a Italia. Todo Allen sabia del noviazgo… muchos le decían que tenía que dejarla, que le estaba haciendo mucho daño a su madre, le decían “che vos vas a matar a tu mama, tu mama está sufriendo mucho por esto, incluso iban a lo de la mama de Piky a decirle que su hija estaba haciendo mucho daño a la familia Svampa, cosas asi...” Los dos lloraban mucho, intentaban separarse pero no podían. Piky se queda sin trabajo, su mamá y sus cuatro hermanos dependían mucho de su trabajo y por eso tiene una pelea con su madre y se va de la casa. Valerio va a Regina y ella a Roca a buscar trabajo. Intentaron encontrar ayuda familiar en Regina pero no se la dieron así que volvieron a dedo, volvieron a sus casas. “En todo ese cuadro, pasamos una muy fea… yo tuve a Piky en brazos, se me moría, porque quedó embarazada y, en ese contexto, decidió abortar. Estaba el doctor Regot y el nos deriva a Neuquén… Resulta que le ponen una inyección y casi se muere, todo lo vivimos solitos. Estaba tan mal que busque a una enfermera, Pagani y le pedí que le hagan una transfusión directa porque Piky se moría, estaba desangrándose… El médico se fue, nos dejó solos… por suerte se estabilizo un poco y ahí fuimos a Roca donde le hicieron un raspado pues estaba todo infectado… ahí le dicen que se olvide de tener hijos… Piky lloraba desconsoladamente… pero yo le decía ´vamos a tener un hijo´ yo siempre tuve fe de que íbamos a tener hijos”.

La Piky

Era tal la guerra que le hacía la familia a Valerio que decidió irse a trabajar a Catriel. No podían verse, solo una vez, con una ayuda que le prestaron, Piky pudo ir a verlo y “yo le hacía escenas de celo” dice Valerio tímidamente. “Es que la familia y los amigos me decían que Piky andaba con otros”, eran tal los rumores y chismes que Valerio no lo soportaba aunque no fueran cierto. El día que se vuelven a ver, después de tanto tiempo… los meten presos!! Es que andaban a los besos y abrazos… y no eran tiempos para el amor… los va a sacar el jefe de Valerio. En Catriel estuvo unos 4 meses trabajando en una empresa petrolera y querían mandarlo al extranjero pero no quiso, ahí decidió casarse. Fue en 1972, se casaron sin que la familia de Valerio lo aprobase, ninguno de los padres de Valerio estaba de acuerdo, su padre se fue a Bahia Blanca para no estar y su madre ese día se enfermó y tampoco fue.

Se casaron gracias a un crédito que le consigue Gandini pues Piky trabajaba para esa empresa. “Con eso compramos la ropa, pagamos la fiesta y nos fuimos unos días a Sierra La Ventana de luna de miel… ah y también compramos el juego de dormitorio. Íbamos a vivir detrás de La Cueva, donde vivía con mi familia, mi mamá nos dio una habitación para nosotros. Valerio estaba en ´rojo´, no tenía un peso pues todo lo que tenía era familiar hasta que se dividieron y Valerio quedó con La Cueva y las deudas…

Se casaron en la vieja capilla, el de ellos fue el ultimo casamiento allí, ya casaban en la nueva pero no saben porque los casaron ahí. La fiesta fue en La Cueva y Piki se caso… de minifalda, un vestido estilo “bobita” que se usaba mucho en esa época… Piky finalmente quedó embarazada de Silvio, mas tarde de Gustavito, que falleció a horas de nacer (prematuro) y después de 9 meses de reposo, vino Valeria.

“La verdad que en la vida la familia poco nos acompañó por eso nosotros tenemos todo hablado, nos conocemos bien, sabemos lo que queremos… nuestro amor es verdadero. Tuvimos nuestras crisis, somos diferentes, pero como familia sabemos lo que queremos”.

Finalmente Piky logró tener una buena relación con su suegra, “Quiero mucho a la familia de Valerio, comprendo esas costumbres de antes y sus formas, nosotros siempre estuvimos, eso nos reconforta”.

Los tiempos políticos del país mientras tuvieron “La Cueva” también fueron muy difíciles, llegaba la policía, se llevaba presos a los jóvenes, y violentamente prendían todas las luces, apagaban la música… “era dramático pero los padres dejaban ir a sus hijos por Valerio, le decían ´che te encargo al pibe, cualquier cosa avísame ´” así que Valero partía a la Comisaría y estaba hasta que se iba el ultimo a su casa.

Cuando cumplieron 30 años de casados un amigo les dijo a todos los presentes que de todas las parejas de la época ya casi no quedaba ninguna, sin embargo, la pareja de Piky y Valerio, de la que nadie esperaba, fue la que se mantuvo. El tiempo dio la razón del gran amor que se tenían y también fue testimonio de su trabajo social, juntos buscaron cambiar una iglesia que solo era para los sectores altos. Piky dice que ella ya de pequeña tenía interés social, que su familia era muy solidaria y que ingresó a la iglesia “por el grupo de laicos de oración no por los curas... mi suegra era muy católica, tradicional, muy humana, al margen de lo que nos sucedió con ella, cuando ya nos tratábamos ella me invitaba a ir a misa. Y yo le decía el día que yo vaya será para cambiar algo porque había mucha hipocresía, los pobres a nadie le interesaban, la solidaridad tan importante en el cristianismo no se percibía… cuando empecé a ir, vi el lugar, la cruz… me cautivó el Evangelio, la vida de Jesús, esa claridad de hacer justicia y que es en realidad lo que aun hoy nos sostiene, después de todo lo que nos ha ocurrido. A mi muchas mujeres del grupo me dicen vos tuviste suerte Piky, te toco un hombre bueno, viste te tienen la vida como idealizada, la gente se hace una película de la vida del otro y yo les digo si Uds. supieran… todo nos ha costado en la vida pero además yo también me merezco ese hombre bueno!! Y no saben el laburo que me ha dado este tipo!! (risas).

Valerio dice que en la mayoría de las cosas, Piky tiene razón, él es muy reflexivo, piensa mucho “pero la verdad es que siempre tiene razón” y Piky agrega “yo una vez le dije a mi hijo, en una de esas crisis que tienen los adolescentes con los padres, viste? Yo elegí a tu padre entre muchas otras cosas por los valores que tiene”. “Para mí, dice Valerio, las otras personas importan, siempre, he madurado en la vida, sería muy triste llegar a los 70 y seguir siendo igual, el Valerio de hace 20 años no es ya el Valerio de ahora, y ese proceso no lo logre solo, lo logre gracias a la compañera que me toco, juntos fuimos creciendo…”

“Es muy distinto vivir situaciones dolorosas sin fe y vivirlas desde la fe, agrega Piky, tiene una perspectiva, una dimensión totalmente diferente. Vivenciar a Dios en mi vida, en el año 77 empecé a ir a la iglesia, yo lloraba y lloraba todo el tiempo, sentía que más allá del desamparo y los riesgos que corrí de pequeña, seguro hubo alguien que me protegió. Eso me dio una fuerza, un sostén, una convicción en la vida, esta perspectiva de la fe… Una vida dura sin fe y después vivenciar la fe, te hace sentir reflejada. Yo tenía tal convicción que me plantaba y leía frente a todos en la iglesia, ya no importaba lo que pensaran, todo lo que hago es porque lo experimente así. Cuando llego a esta iglesia de doble moral estaba De Roia, pero no tuve problemas, fue muy amoroso a pesar de ser tradicional, él sabía lo que pasaba en la familia, en ese momento me casaba por iglesia porque para Valerio era importante no para mi. Y fue todo un desafío pero yo me merecía, como cualquier chica, casarme, tener un vestido, una fiesta… hicimos lo que pudimos… ahora eso no pasa tanto pero antes estas cosas de que la familia se oponga, etc. pasaba mucho. Nosotros a nuestros hijos les contamos todo como fue pero jamás para que se pongan en contra, sus tíos son sus tíos, no quisiéramos que esta historia traiga más resentimiento. Son la familia de Valerio y yo lo amo a Valerio. El vínculo de sangre va estar siempre más allá de todo lo sucedido, lo demás se construye o no. Sostenemos siempre ser auténticos, somos muy apasionados con lo que hacemos… fui voluntaria del Hospital hasta el 2005, nunca deje de colaborar y acompañar en el dolor, y para hacer cada servicio me capacité, me formé, la buena voluntad no alcanza... Siempre quise hacer cosas para Allen no porque haya sido generoso conmigo, la verdad… pero es el lugar de mis hijos, de mi familia”.

 

Piky hizo pasantías en el hospital de Neuquén (1990) con las voluntarias de allá, cursos de formación de voluntarias en cuidados paliativos en LALCEC de Gral. Roca en 1994 con María Panchenko y el Dr. Ismael Handam, entre otros profesionales, oncólogos, psicólogos, nutricionistas... y participó activamente en la Revocatoria (link), después de ese largo proceso por cuestiones de salud tuvo que tomarse un descanso, se fue a San Antonio y vivió casi un mes sola, fue muy dificil para ella ese proceso. Hoy va y pasa mucho tiempo allí, trabaja y aprendió a vivir sola. Cuando pasan los años, nos dice “la historia vuelve y hay que reelaborar, porque olvidar no te la vas a olvidar, al contrario”.

Revocatoria en Allen

¿Quién es la Piky, Valerio? al margen de que sea tu esposa, le preguntamos. “Es una mujer extraordinaria, que me encanta por sus valores, por su decisión, su riqueza interior, humana a pesar de las injusticia que ha vivido, no se endureció, tuvo la grandeza de no llenarse de rencor, ella devolvió todo en gratitud. Siempre respete sus decisiones, yo no desconfío, hay una confianza mutua… tiene condiciones, razona, sabe lo que quiere. Una madraza, no sé si decir que es perfecta pero reúne condiciones excepcionales que las mantuvo en el tiempo. Si alguien nos escucha parecemos autosuficientes pero la realidad es que somos agradecidos de la vida, no tenemos nada resuelto, cada día le doy gracias a Dios por todas las oportunidades que me dio en la vida, hemos pasado de todo pero no nos quedamos resentidos, no como tantos que dañan a quienes más quieren. Sigo creciendo, no solo mi edad, sigo teniendo necesidades de afecto y nos preparamos también para la soledad, el mañana, que no sabemos donde vamos a estar, no queremos joderle la vida a nadie. Solo lamento mi infancia, por lo que pase, por lo vivido, por haber vivido con tanto miedo… dejó huellas muy profundas en mi vida”.

Cuando Piky comenzó a interesarse en el tema violencia de género y de familia (Piky es pionera en Allen y en la región en el movimiento) vio como las mujeres transmitimos el machismo a los hijos y también ella traía cambios a su hogar, “decidí entonces a estudiar desde lo formal, comencé el secundario a los 50 años, psicología social de grande, siempre saque coraje de donde sea, era muy independiente, a los 13 ya sabía manejar, imagínate con mi papa, que nunca se sabía que podía pasar!!  aprendí igual…”

Valerio tomó algunas decisiones equivocadas, hizo cosas sin consultar a Piky, perdieron una casa que más allá del bien material era un barrio donde ellos habían desarrollado su labor social. Tuvieron varias crisis y en el 79 Piky pensó en separarse, Valerio era muy machista, celoso, siempre ocupado en otras cosas, el tema del juego… “ya estaba cansada de hablarlo, de buscarle la vuelta… hasta que un día hicimos un seminario para matrimonio. Cuando volvimos del curso ya se había dado cuenta de todo lo que no hacía y me dijo ahora todo va a cambiar, mi vida, ahora te entiendo pero yo no daba más, no quería mas, cuando bajo persiana ya está... pero me quede, sentía que tenía que volverme a enamorar… que no hizo Valerio!! Me dijo dame tiempo, no te vayas, estemos juntos y démonos tiempo. Ahí me entere de muchas cosas que en 8 años de pareja nunca supe. Con el tiempo comencé a extrañarlo cuando no estaba… hoy pienso que error hubiera cometido si me hubiese separado…”.

Quien es Valerio para Piky? “Lo veo como un varón integro, es muy sensible y como parte de su historia trae todo esto que ha vivido, tiene días pun para arriba y otros para abajo, yo soy ordenada, el es caótico con el orden y convencido que debe ser así, nos reímos mucho! es sumamente impulsivo así que… sigue siendo un seductor, yo lo veo con las clientas!, a los dos nos nace naturalmente ser amables, tratar bien a las personas, compartir ser solidarios. Carácter no nos falta… desde nuestras experiencias de vida, personales y familiares, intentamos cada día cultivar la ternura y el buen trato respetándonos mutuamente la libertad personal y disfrutando de nuestros amados hijos, nietos y nietas”.

Algo más...

La Cueva

En los años ‘60 la movida de la boites acaparó la atención de los más jóvenes. La moda llegó a Buenos Aires y entonces nacieron boliches como Mau Mau y otros como Zum Zum, Snob, África y Reviens, ubicados en la zona de Barrio Norte y Olivos. La noche entonces comenzó a ser selectiva. La figura del disk-jockey y los juegos de luces de colores hicieron su entrada para no irse más. Allen también tuvo lo suyo, “la Cueva” y luego “Mambú” fueron diseñados a tono con la época.

La Cueva, que se mantuvo abierta hasta los años ‘80, fue un emprendimiento de Valerio y Romano Svampa. El local estaba todo cubierto de yeso para simular una caverna. El arte fue de Ricero Marcialetti y la decoración de Jorge Diazzi. El recordado cartel de hierro forjado con el nombre del lugar fue realizado por Hugo “Coraje” Martín. Cuenta el Libro de la Escuela 222 que “referente al sonido” poseía “platos Lenco, de fabricación suiza y dos aplicaciones Lenard de fabricación nacional, 16 waffls (…) ayudados ahora por dos columnas de fabricación alemana”. Además, se indica que La Cueva tenía capacidad para 120 personas sentadas y una pista con luces giratorias –también obra de “Coraje” Martín-  en el centro. Se encontraba en la calle Tomás Orell, en el centro de la ciudad, donde por años funcionó el conocido “Bar Central”. Abrió sus puertas en 1969 con una fiesta en la que Piero, amigo de Valerio, iba a ser padrino del lugar, pero no pudo ser.

           

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1 respuesta

  1. Svampa, Valeria dice:

    Los amo padres mios!

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