Ocio y tiempo libre en Allen (1940/1950). Primera Parte.

Dumazedier definió en 1964 al ocio como “conjunto de ocupaciones a las cuales el individuo puede entregarse de manera totalmente voluntaria, sea para descansar, divertirse o para desarrollar su información o su formación desinteresada y participación social voluntaria, tras haberse liberado de sus obligaciones profesionales, familiares y sociales”.

El concepto de ocio no es nuevo, las civilizaciones más antiguas tenían al trabajo y a la diversión como parte del ritual a través del cual los hombres buscaban comunicarse con los espíritus de sus antepasados. 

En Grecia el término definía aquel tiempo de contemplación de la naturaleza, de disfrute del arte y de las actividades “del espíritu”. El concepto de ocio tenía para los griegos un plus de valor al compararlo con el tiempo útil, aplicado al trabajo. Bajo el Imperio Romano esta interpretación fue usada como instrumento de dominación al fomentar el ocio entre los sectores populares con actividades recreativas y espectáculos multitudinarios. El Imperio se transformó así en el símbolo de un estilo de vida “ocioso”. Al caer el Imperio Romano, el nuevo régimen, estrechamente ligado al triunfo del cristianismo, define el concepto en oposición a todo lo anterior; el trabajo comienza a ser un valor general, mientras que el ocio sólo un bien para pocos. Con los cambios religiosos y las nuevas órdenes mendicantes, el ocio comenzó a ser muy mal visto entre los sectores tradicionales. Su disponibilidad y uso acrecentó las diferencias sociales a lo largo de los siglos siguientes. La llegada de la Revolución Industrial y el aumento de la jornada laboral produce la definitiva separación entre trabajo y ocio.

El ocio se convirtió así en una herramienta de privilegio de ciertos sectores sociales y durante el siglo XX el concepto se independiza, diferenciándose más aún del trabajo y se acerca a otros aspectos relacionados con la satisfacción personal y la calidad de vida. Se considera, entonces, que el ocio adquiere sus rasgos característicos actuales con la Revolución Industrial. En los siglos anteriores a la revolución no se puede hablar de ocio, ni siquiera de tiempo liberado del trabajo, sino sólo de tiempo desocupado y de ociosidad (Dumazedier, 1968). El trabajo comienza a ser visto como “mal necesario” y hacia la década del ‘50, las demandas por lograr la reducción de la jornada laboral revitalizó la idea del “uso del tiempo libre”. Las corrientes que veían al ocio como algo negativo se aplacaron y su valor puso en marcha programas que facilitaran su buen uso.

Los cambios y transformaciones en el siglo XX fueron dando al ocio así como a las actividades que lo sustentan un espacio fundamental en la sociedad moderna. El ocio se transformó en una esfera muy significativa de la vida (Dumazedier, 1968) y se fue oponiendo al tópico “no hacer nada”. El acortamiento de la semana y la jornada laboral de 8 hs. formaron parte de esta tendencia. El mercado no tardó en cooptar este espacio y orientarlo hacia actividades de consumo.

A partir de 1930 se redefinieron los límites entre lo privado y lo público, la sociedad se hizo más visible y activa. Con el correr del siglo, hay más evidencias de que las personas participan de un colectivo que está siendo construido por diversos mensajes con el fin de unificarlos. La publicidad es una de varias estrategias en este sentido e irán fragmentando al público para crear formas orientadas de consumo.

Una incipiente juventud comienza a hacerse visible y hacia ella se orientan una gran variedad de productos que marcarán tendencias, costumbres y modas que con el tiempo serán muy dificiles de soslayar. Otros sectores de interés para el mercado son las "amas de casa" a las cuales crearles la necesidad de electrodomésticos, productos y artefactos de cocina, etc.; las mujeres trabajadoras, que necesitan determinada indumentaria, productos de belleza, etc.; los hombres "prácticos", esos "nuevos" hombres que necesitan afeitarse rápido y mejor, usar trajes más livianos, camisas fáciles de planchar... todos serán cosificados de manera tal de que el logro de mayor tiempo libre se diluirá en un tiempo usado para comprar todo aquello que el mercado ha dispuesto que necesitamos.

Con Estado de bienestar se avanzó hacia otras dimensiones (que antes estaban a cargo de asociaciones voluntarias), comenzando a ofertar nuevos beneficios y actividades. El turismo, por ejemplo, estuvo impulsado por inversiones del gobierno nacional, principalmente la creación de la red caminera nacional, pero también, por inversores privados que  pusieron su atención en las posibilidades de la explotación turística. En la búsqueda de una memoria colectiva con la cual identificarse, el Estado creó espacios y grupos de pertenencia que avanzaron sobre lo individual, la familia y el mundo privado.

Las mujeres y los jóvenes encuentran en estos cambios la posibilidad de disminuir el control por la transformación de las relaciones intergeneracionales. Sin embrago, los cambios conviven con las formas anteriores que siguen operando en las conductas y las costumbres. Los años 40' y 50' son tiempos de transición hacia nuevas formas que avanzan con resistencias y muchas persistencias de lo instituido en la primera mitad del siglo XX.

Y por casa... ¿Cómo andamos?

El Ángel el Antonio y el Falucho armaron

un pedazo de patria en la tierra virgen

les decían los gallegos paperos

porque empezaron con las papas

después se dedicaron a los frutales

Araron y araron hasta que el futuro

parió algo mas que callos y dolores de  columna

primero fue un árbol lleno de fruta y otro y otro

y los álamos crecieron

uno al ladito del otro

parando el viento a borde de la acequia

el mundo se hizo un poco menos pobre

gracias a mi viejo y mis tíos

que escribieron su historia verdadera

con esa fe heredada

de padres inmigrantes.

 (La Memoria del Manzano. Inédito Daniel Martinez).

Familia Martínez

En los pueblos de la norpatagónicos hacia la décadas analizadas, el trabajo mantiene su carácter central en estrecha vinculación con la cultura “del esfuerzo” de los inmigrantes. Incluso el término ocio mantiene un sesgo negativo por la  la idea de que el individuo ocioso es un ser pasivo, "vago" y al que “no le gusta trabajar”.

Si pensamos que quienes poblaron nuestra región vinieron, generalmente, sin capital, a trabajar duro y soportaron condiciones de vida lamentables, podemos comprender el escaso valor que el tiempo libre (y el ocio en particular) tenía, ya que sólo era utilizado para el descanso, como la forma de reponer energías consumidas en el proceso de producción. En muchos casos el tiempo libre era utilizado para continuar trabajando en "casa" ya que ser propietario de una chacra significó primero trabajar para otros durante un largo tiempo y en paralelo, trabajar la propia tierra hasta poder, finalmente, pagarla.

Para los primeros pobladores de la región la propiedad de la tierra era una posibilidad lejana, aunque posible pero había que trabajar mucho para hacer el capital suficiente con el cual pagar la propia tierra. La mayoría de los chacareros de la región trabajaron como mano de obra de los grandes propietarios y sólo con el tiempo, a algunos les fue posible la compra de tierras, el ideal inmigrante. El chacarero como clase producida logró acumular capital con mucho esfuerzo, por lo que la tradición heredada era igualar la vida con el trabajo. Igualmente, el chacarero pudo comprar tierras,  contratar trabajadores y esto permitió que dispusiera de más tiempo libre.

Sin embargo, el descanso fue una categoría difícil de determinar. Inicialmente, después de la jornada laboral se continuaba con actividades que dejaban muy poco margen para el esparcimiento y por mucho tiempo, la idea de uso del tiempo libre, de manera ociosa, fue casi inexistente. La vida en las chacras y en muchos hogares del pueblo era muy precaria. Debían mantener la huerta y los animales, que proveían de alimento a la familia, construir la casa familiar, hacer muebles, cocer la ropa etc., tareas en la que participaban todos los integrantes de la familia.

Hacia mediados de siglo XX, en la región encontramos distintas modalidades de uso del tiempo libre, generalmente relacionadas al uso de los espacios de manera diferente a las zonas de importante desarrollo urbano. En las ciudades se orienta hacia actividades de ocio que generan demanda de bienes y servicios, en cambio, en los testimonios y las imágenes de Allen vemos un uso del tiempo aún no “comercializado”, donde las personas realizan actividades al aire libre en familia y/o con amigos y donde los niños aparecen con más privilegios que antaño. La chacra es el espacio privilegiado para realizar actividades como picnics, almuerzos, paseos para recoger frutas, etc.

Un elemento de importancia es la participación de la mujer en estas actividades ya que históricamente se abocaban sólo a la realización de tareas “domésticas”. En general, a la mujer le era casi imposible usar su tiempo libre en actividades ociosas por el lugar que ocupaba en la división de tareas en la familia. Salvo en alguna fiesta (cumpleaños, casamientos, etc.) la mujer a diferencia del hombre concentraba su tiempo libre en el ámbito doméstico. Ellos, en cambio, disfrutaban del bar, el billar, el Club, además de asistir a bailes y otras fiestas.

Las transformaciones que se van sucediendo irán liberándo a la mujer, en especial a las más jóvenes, de las obligaciones tradicionales, ganando terreno en la toma de decisiones y la emancipación personal. Los testimonios demuestran mayor independencia, ciertos custionamientos al mundo adulto, en particular a los padres; aunque la "rebeldía" significaba cierta censura social, las jóvenes irán acopiando información (radio, revistas, encuentro con amigas, etc.) que le permitirá, lentamente, tener argumentos para imponerse  e imponer nuevas miradas y formas de ver el mundo que la rodea.

Club Social

(Sobre esta foto ver aqui)

En las primeras décadas del siglo XX pocas eran las mujeres que asistían a fiestas, bailes, etc. en general, eran aquellas que pertenecían a sectores sociales privilegiados. La conducta tenía muy poca improvisación debido a las reglas impuestas por la sociedad, algo que se mantuvo durante mucho tiempo. Pero las hubieron rebeldes que marcaron tendencias. Algunos testimonios dan cuenta de esas jóvenes que se animaron a ir contra lo establecido y es justamente en los espacios de entretenimiento en donde hacen sus primeros pasos en el camino hacia una mayor emancipación.

Los sectores medios en crecimiento en las décadas del 40' y 50', permitían a sus hijas asistir a fiestas y a los espacios públicos (carnavales, fiestas patrias, etc.) pero con control. Bajo la mirada de la madre (o algún hermano) las jóvenes comenzaron a salir del ámbito doméstico y el espacio público se pobló de mujeres que salían a pasear por plazas y las calles del pueblo.

En las primeras décadas del siglo XX muy pocas mujeres de sectores altos y medios se transformó en asalariada, porque el trabajo fuera del hogar todavía las tornaba “moralmente sospechosas”. Trabajar era común en las mujeres de los sectores populares, no sin criticas de la sociedad, como vemos en algunos testimonios. Sin embargo, el trabajo en las chacras tuvo siempre mujeres que por su situación económica debieron trabajar a la par de los hombres.

Una de excepción para algunas mujeres de sectores más acomodados estuvo determinada por situaciones de soltería, viudez o necesidad, pero seguía siendo transitoria ya que el trabajo era abandonado al casarse.

 Es interesante observar la vestimenta de las mujeres, que en esta etapa se hizo más liviana para realizar actividades recreativas y que, de alguna manera, estuvo influenciada por la lenta inserción laboral y en relación con el desarrollo de la industria textil nacional .

La moda en los 40' y 50' llegaba a través de publicaciones femeninas como el denominado “Figurín”, mostrando que la moda ya no era un medio de distinción social sino una forma de adaptación a los nuevos modos que la vida social exigía. La moda comenzó a incluir nuevos grupos que no estaban acostumbrados a seguir tendencias, porque la “moda” era para sectores altos. De esta manera se ingresó a un proceso de democratización en el sistema de la moda para generar mayor consumo (Saulquin, 2005).

La juventud será el impulso definitivo que necesitaba el mercado para iniciar un proceso que incorpora usos sin distinción de estratos sociales y de género desplazándose hacia una nueva categoría: la edad, como valor supremo.

Bar Central 1958

(sobre esta foto ver aqui)

Las imágenes que presentaremos, y que analizan este periodo, presentan ciertas rupturas con el proceso anterior, en el sentido de que:

-Hay un uso del tiempo libre en actividades de ocio, entendido como concepto activo y positivo

-En general, hay una diferenciación entre trabajo y tiempo libre con el desarrollo de actividades de ocio que se organizan con ese fin y que son significativas en la vida cotidiana de sus protagonistas.

-Los espacios determinan posibilidades y modalidades de relación e identidad.

-El espacio público comenzó a tener importancia en estas décadas y estaba asociado a la nueva modalidad de intervención estatal.

-Los jóvenes y niños aparecen como protagonistas en la mayoría de las actividades, lo que indicaría el inicio de un proceso de cambio intergeneracional, que irá conformando un nuevo estilo de vida a través de prácticas relacionadas con el ocio y su mayor valoración con respecto a la generación predecesora, para quienes la centralidad del tiempo libre giraba en torno al mundo familiar y laboral.

En conclusión, hacia mediados del siglo XX, vemos algunas transformaciones que pusieron al ocio como un aspecto central en la vida de las personas. Por eso, el uso del tiempo libre se transformó en el blanco de las políticas de mercado. La revolución cultural de los años ’60 pondrá definitivamente en escena a un protagonista indiscutido: la juventud, que revaloriza el ocio y crea espacios donde "ejercer" el tiempo libre.

Sin embargo, a pesar de la expansión del consumo en la juventud, esta también se moviliza y se hace crítica. Nacen nuevos movimientos que sacuden las estructuras conservadoras y, con las crisis económicas mundiales, esas estructuras vuelven a “tomar las riendas” e intentan acallar las nuevas tendencias que relajaban las costumbres y abrían el pensamiento. Pero las transformaciones comenzaron y, en muchos casos, no habrá vuelta atrás.

En Argentina la sucesión de golpes de estado impusieron políticas que atacaban especialmente a los jóvenes y a su “estilo de vida”. Pero la juventud continuará movilizada hasta el golpe del ’76. Las víctimas, en su mayoría jóvenes, serán culpables por pertenecer a la generación que revolucionó la cultura y que, al son del consumo masivo, sacudió casi todos los estándares instituidos.

En la región los cambios se dan de manera más lenta porque aún los espacios no están fuertemente urbanizados. Sin embargo, los primeros cambios se sienten en los espacios cerrados, por la reconfiguración del espacio privado como lugar de ocio en que principalmente participa la familia. Las nuevas generaciones trajeron vientos de cambio y la participación se plasmó en diversas actividades de entretenimiento y en espacios cada vez más multitudinarios.

María Luisa y Emilia Genga en la costa del río Negro.

Continurá: Segunda Parte

Texto de Graciela Vega y María Langa para el Libro del Centenario (2010) - Corregido 2013.

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