Haciendo historia, con Paulina «Chichita» Ramos.
Chichita nos cuenta que siempre viene a la ciudad y que es "fans" de nuestra pagina. Esta vez se animó a recordar para nosotros y se lo agradecemos muchismo pues en Allen y fuera de ella hay historias bellas que esperan pasar a la eternidad para que futuras generaciones conozcan el pasado reciente y en él, un mundo de costumbres, valores, rituales y deseos. Ojalá tengamos mas de Chichita y mas "Chichitas" para seguir haciendo la historia de la ciudad ya que, como dijo León Tolstoi: "Pinta tu aldea y pintarás el mundo".
He leído con mucho agrado la nota donde hay algunos recuerdos del Sr. Luís Silenzi en la página de Proyecto Allen (...). Conocí al Sr. Antonio Silenzi, a su esposa y a sus hijos Luís, Irma, Antonieta y Luisa. Aclaro que no dispongo de fotos, ni datos escritos de la época, solo apelo a mi memoria donde están atesorados los recuerdos de mi niñez y juventud, ya que fueron tiempos muy lindos en nuestras vidas y que tardan mucho en borrarse pese al paso de los años, que son muchos, por cierto. Por todo esto quiero aportar algunos recuerdos que amplían lo que ya se ha publicado.
Soy nacida en Allen, hace 84 años, donde viví hasta 1956, desde entonces resido en Bahía Blanca, a donde nos trasladamos con mi esposo y mis dos hijos pequeños, también nacidos en Allen. Siempre he tenido contacto frecuente con mi lugar, pues mi familia aún vive allí y por el trabajo de mi esposo, Antonio Diez, quien era viajante de comercio. En la actualidad, viajo dos o tres veces al año a la ciudad.
Fotos de Chichita y comentarios para ver en nuestro facebook
Soy la mayor de siete hermanas, nuestra madre, Paulina Díaz, era hija de Arcadio Díaz, quien fue el primer sastre de profesión en Allen, donde vivió y falleció a los 95 años en 1971. Llegaron al país desde España en 1911 y en sus primeros años, antes de ejercer como sastre, mi abuelo fue cochero de la familia Piñeiro Pearson.
En cuanto a mi padre Domingo Ramos, también español, llegó al país con nueve años y su niñez la pasó en Neuquén con su familia. No cuento con muchos datos de su juventud pues cuando chicas no preguntábamos esas cosas, dado que nos parecían normales. Mi padre falleció muy joven, a los 53 años, en 1956.
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La panadería de papá, citada por el Sr. Silenzi, me gustaría retratarla, detallar el entorno y las familias que residían en esa calle (Leandro N. Alem) ya que tengo algunos recuerdos de los 10 años que vivimos en ella, luego mi padre la alquiló, en 1941.
Tal como se menciona en la nota, ocupaba dos lotes que incluían la vivienda familiar, con su patio cerrado que comunicaba a otro gran patio de la panadería, que para nosotras estaba vedado. Se hallaban allí, el corral para caballos que se utilizaban para el reparto del pan, el sulky (usado con el mismo fin); un galpón donde se almacenaban los fardos de pasto para alimento de los animales; una enorme cantidad de leña, para alimentar el horno de la panadería, y, la cuadra, muy grande por cierto, donde estaban los elementos para elaborar el pan.
Recuerdo la mesa larga, donde daban forma las distintas variedades, después de pasar por la “sobadora” y, al final, el horno con puertas de hierro. Si uno se acercaba se percibía el intenso calor, cada vez que introducían o sacaban las largas palas con el precioso alimento para su cocción. Nos atraía el rojo vivo de las brasas, el dorado del pan con su perfume de recién cocido; para nosotras era mágico ¡No había pan más rico que el que hacía nuestro padre! (por supuesto, para nosotras). También recuerdo la famosa galleta de campo mencionada en la nota. Era de unos 0,50 cm. de largo se llevaba a reparto a las chacras, pues duraba muchos días sin secarse ni enmohecerse.
Agrego que formaba parte de lo edificado en ese terreno, unas habitaciones destinadas a alojar a los eventuales trabajadores que colaboraban con mi padre estaban junto al portón de entrada por donde ingresaban los caballos con el sulky, los camiones con los fardos de pasto y la leña. Toda una movida pues en esa época se trabajaba duro, dado que no había muchas panaderías. Se comenzaba a trabajar entre las 3 o 4 de la mañana.
Sulky de Von Sprecher. Ver AQUÍ
Van apareciendo en mi mente hermosos recuerdos al describir ese pedacito de nuestra vida, motivados por la emoción que sentí al leer el relato en Proyecto Allen.
Sobre esta foto: click aquiRecuerdos que se han reactivado al ver esas imágenes tan evocativas de personas que he conocido hace 60 años cuando yo vivía en Allen.
Quiero mencionar algunas de las viviendas y familias vecinas a nuestra panadería, ampliando siempre lo relatado. Lindando junto a la panadería estaba la carnicería de Laureano Montero, cuyo lote llegaba hasta la esquina, frente al canal (creo que allí están ahora las oficinas de la Cámara de Fruticultores). Con su hermano y su esposa Sara, atendían al público, luego siguió su hijo Ignacio, quien actualmente vive en Roca. Además, tenían dos hijas, la menor Mercedes, vive en Allen. Con ellas fuimos todas a la escuela 23, compartíamos nuestros juegos y hacíamos carreras de bicicletas, ya que en esos años no circulaban tantos autos. Tomábamos la calle como nuestra, desde el puente sobre el canal, hasta la esquina frente a la Comisaría. Eran muy buenos vecinos.
Mas sobre esta foto: aquíEn frente a la panadería y carnicería estaba el almacén de Paco Carril, cuya foto vi en Proyecto Allen con su tío don Tomás, quien también se puede ver en ella. Era zapatero y le llevábamos a arreglar nuestro calzado ¡Me parece verlo! Clavando las tachuelitas y diciendo chistes con muy buen humor, como era habitual en él.
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Lamentablemente no recuerdo quienes más vivían enfrente pues salvo algunas casas muy viejas eran unas manzanas muy despobladas, con muchos baldíos.
Por Paulina "Chichita" Ramos.