Un “espectáculo jamás visto”… en el pueblo.

“Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores. La experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las cosas. Esta vez es posible que se quiebre el círculo...". Rodolfo Walsh, 1970

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Foto: Museo de Allen.

Si Allen fue fundada por propietarios que exigieron construir viviendas de material a quienes accedían a la compra de una tierra, luego, y a pesar esa intención, se pobló de ranchos en condiciones tan precarias como las actuales “tomas”. Circundantes al pueblo o a la casa de los dueños de las chacras, los trabajadores y sus familias fueron estableciéndose en viviendas precarias, muy especialmente a partir del despegue de la fruticultura.

Por las posibilidades laborales, la zona absorbió una importante cantidad de trabajadores de Chile, fundamentalmente en la época de la cosecha de frutas. Muchos finalmente optaron por residir en el lugar, tal crecimiento lo señala el padrón de electores extranjeros de 1918 y los testimonios  de sus descendientes. El aumento de la población se debió a la llegada de chilenos y de sus vivencias se rescata un mundo rural, de relaciones estrechas y costumbres solidarias que vieron amenazdas al llegar al valle, donde además del trabajo a destajo sufrían otras injusticias por su condición de extranjeros.

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Foto: Fernández Vega

La actividad gremial fue más rica en Río Negro (RN) que en Neuquén, tal vez porque el territorio rionegrino era el mas pobladode la región patagónica, con 40.000 hts. en 1912, cuando el país superaba los 7 millones. Neuquén tenía unos 29.000 hts. en 1914 y el 40 % era origen chilenos. La única comunicación entre ambos territorios era una balsa que cruzaba el río Neuquén hacia RN.

Hacia los años ’30, un relevamiento policial daba cuenta de gremios ferroviarios y sindicatos de oficios varios. Sin embargo, en el ámbito rural no hubo formas representativas y los reclamos eran pacíficos y acotados a su situación particular. La situación de los trabajadores no fue en paralelo con el mejoramiento que la fruticultura trajo a los productores y empresarios asociados al proceso. Según la investigación de Jorge Etchenique y Hernan Scandizzo (2008), en el semanario porteño anarquista La Antorcha se da cuenta de las pésimas condiciones en que vivían los trabajadores rurales de la región. La tierra necesitaba para su explotación de acciones previas como el desmonte y la canalización a destajo. A pesar de que el salario era mínimo, estos trabajos eran aguardados con expectativa por los jornaleros. Esto indica una escasez generalizada de empleo, incluido el temporario. Las labores se efectuaban de manera extensiva y manual y los braceros quedaban a merced del contratista, quien se aseguraba el máximo de producción con el mínimo gasto. El trabajador vivía en ranchos miserables, desarrollaba tareas durante días y meses entre el fango y con el agua hasta las rodillas.

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Enfardando década del 20', Villa Regina

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Cultivo mixto, década del 20', Villa Regina.

Para la recolección de la uva el cosechador debía permanecer agachado por espacios de 10 o 12 horas, arrastrándose entre hileras de vides. Luego llevaba los canastos al hombro hasta el camino para volcarlos en las bordelesas. Los jornales también eran mínimos y la tuberculosis y la sífilis arrasaban, uniéndose al elevado índice de alcoholismo.

“‘No hay nada que asegurase más libertad del hombre, como la de los pueblos, que la tierra bien distribuida en propiedad entre quienes la trabajan’ expresa el Diputado Nacional Dr. Home en el artículo de su firma ‘La liberación de un país debe comenzar por la tierra’ que aparece en el número del mes en curso de ‘Pampa Argentina’. El conjunto de trabajos de esta publicación dedicada exclusivamente a la población rural, hace de ella una verdadera enciclopedia agrícola”. Voz Allense, 1938.

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Trabajadores rurales de Villa Regina, dec. del 20'.

Portadores de ideas libertarias, anarquistas y socialistas llegaron al Alto Valle a comienzos de siglo, buscando trabajo y, paralelamente, crear condiciones para que los trabajadores comenzaran a organizarse y exigir mejoras laborales. En 1919 se fundaron los primeros centros socialistas en la región. En Roca por iniciativa de Fernando Rajneri, fundador del diario Río Negro, y en Neuquén Cesáreo Fernández Pereyra -quien tomó a su cargo el periódico Neuquén luego del asesinato de Cháneton- dirigió el Centro Socialista y Anarquista. IMG_0587 (Custom) Ya en 1921 la militante sindicalista y feminista Juana Rouco Buela fue enviada por la Federación Obrera Regional Argentina al V Congreso (FORA) a dar una serie de conferencias en la región. Más tarde recordará en sus memorias que en esos tiempos ya había un número importante de anarquistas y de sindicatos adheridos a la FORA.  “(Las) federaciones tenían una militancia muy activa en la promoción de la organización obrera en todos los niveles y en todas las regiones del país. Además de coordinar las actividades de su fracción del movimiento obrero, realizaban una intensa propaganda para difundir sus respectivas ideologías y para estimular la creación de nuevas sociedades de resistencia que respondieran a sus orientaciones” (Di Stefano, R. 2002). Sello_Vcongreso La prensa de la época no menciona muchos conflictos locales, pero sí aparecen sus actividades como conferencias y proyección de películas en confiterías y plazas de la zona (Ver aquí: Día Provincial del Teatro). El medio de difusión eran los periódicos, que en realidad eran hojas desde donde difundían su pensamiento. A través del ferrocarril llegaba a los distintos pueblos el material gráfico así como hombres y mujeres que motorizaron la formación de agrupaciones. En general, la ausencia de referencias a organizaciones sociales o actividades gremiales hasta los años ‘40 no es por falta de conflictos, sino  porque la mayoría no tenía mediación gremial. Progresivamente fueron organizándose, pero con muchas dificultades para ser reconocidos y cuando finalmente lo lograron no fueron bien vistos por la “sociedad decente”.
Emparejado de la chacra (Medium)

Emparejado de la chacra (AMMA)

Según señalan Etchenique y Scandizzo (op. cit.), en Gral. Roca, Cipolletti y Allen se conformó en 1922 la agrupación Pensamiento Libre. En Allen, ya para 1921 funcionaba la sociedad forista “Oficios Varios de Allen” y en 1922 la “Federación Obrera Regional Portuaria y Anexos”, que nucleaba a los estibadores. También en Roca, estaba el sindicato de Ladrilleros y Albañiles, compuesto mayormente por italianos. Allen y Cipolletti se destacaron en Río Negro pero fue Gral. Roca el “epicentro del sismo libertario”. Para E. Mases y G. Rafart (1994), el socialismo tuvo su expresión en Allen y otras localidades en paralelo con el activismo de los grupos nacionalistas que crecían y cuyos objetivos eran liberar la Patagonia de “rojos” y otros “enemigos” como el judío y el chileno. Durante los años ‘30 y ‘40 la idea de una Patagonia Argentina cobró importancia y el ejército impulsó la iniciativa de traer familias argentinas de otras regiones como mano de obra y para desplazar al extranjero “rojo” y al chileno. También se acrecentó la vigilancia y creció el estigma del linyera, el ladrón,  el borracho, y en especial, el del chileno. Argumentando razones de defensa regional, las estructuras militares solicitaban informes “reservados” para conocer quiénes transitaban la frontera con Chile o de aquellos que vivían en lugares considerados estratégicos.
Desfile reservistas-9de julio 1952- calle Libertad

Desfile reservistas un 9de julio 1952- Calle Libertad. Foto Museo de Allen.

El semanario "Voz allense"(1933-1948) da cuenta del sentimiento nacionalista de aquella época. La idea de una Patagonia Argentina movilizó las estructuras militares que bajo el principio de defensa de las fronteras y la argentinización movilizaron a la sociedad civil. Así  los “Reservistas”, en los años 40, se convirtieron en activistas de la vida pública y en centro de los actos patrios, desplazando a las comisiones de vecinos de los lugares de la memoria pública y acompañando los actos festivos con torneos de tiro al blanco.  Justamente, el semanario allense informa sobre la creación del Tiro Federal de Allen en 1946 y reproduce el discurso inaugural del el Presidente de la Asociación, Diego Piñeiro Pearson, que refleja esta tendencia:  “Aquí se aprende a defender la Patria. Ese lema común de todas las Asociaciones de Tiro nos llevará adelante (…) La práctica ha sido fomentada en todos los países, pero es sobre todo en los países pequeños, celosos de su independencia, donde más ha sobresalido (…) Señores reservistas: nuestras leyes prescriben que todo ciudadano está obligado a armarse en defensa de la Patria. (…) Por más que progresen los adelantos modernos la base de toda enseñanza es el tiro de fusil” (Voz Allense, 1946). Los reservistas eran ex-soldados que se reunían y realizaban “ejercicios de formación” para participar en actos patrióticos. Se mantenían de esta forma, listos “para el caso de que en algún momento tuvieran que defender la soberanía nacional” (Tort, Ignacio J. –hijo-). Muchas festividades como el Día del Reservista exaltaban la patria: “Un cierto haz militarista comenzó a recorrer el universo de los rituales y prácticas festivas, que de alguna manera, pretendieron sellar la idea de una comunión natural, orgánica entre pueblo y ejército”  (Mases, E. y Rafart, G. 2003).
Tarifa

Juan Tarifa

Pocos testimonios locales recuerdan alguna de estas agrupaciones, sin embargo existieron innumerables persecuciones a partidarios de las ideas libertarias en la zona. La cárcel era un destino posible para los simpatizantes del anarquismo. En 1923 cinco militantes fueron detenidos en Neuquén y acusados de cometer dos asaltos y un homicidio, por lo que fueron condenados a prisión y sufrieron terribles torturas. Entre ellos estaban dos trabajadores allenses, Andrés Gomes y Manuel Viegas. Bahía Blanca fue el centro de difusión del ideario anarquista, de allí venía la mayor cantidad de propaganda y propagandistas generando un intercambio de militantes con el Alto Valle, como Manuel Balsa quien en 1923 desde Allen mantenía contacto con  los periódicos La Protesta y La Antorcha. En el ‘24 se trasladó a Bahía Blanca para sumarse al grupo editor del periódico Brazo y Cerebro y en octubre de 1925, nuevamente en el Alto Valle, fue uno de los principales oradores en diversos actos donde la concurrencia, según las crónicas periodísticas, estaba compuesta por obreros de las colonias y empleados urbanos. La prédica libertaria resultaba atractiva para el sector de trabajadores, que veía con desconfianza la actitud de la pequeña burguesía urbana de gestionar -y ocupar-  órganos locales de gobierno como juzgados de paz y comunas.

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En 1927, la ejecución de Sacco y Vanzetti, obreros italianos condenados a la silla eléctrica por un crimen que no habían cometido (el juez públicamente había sentenciado: “No sé si cometieron el asesinato, pero son anarquistas y por lo tanto, son culpables”) generalizó la protesta en la región. En Allen, el 10 de agosto de ese año, una huelga se constituyó en “el espectáculo que jamás se viera en este pueblo” según el periódico bahiense Brazo y Cerebro. Desde la acción educativa y cultural, pasando por la organización de actividades recreativas hasta la incursión en el deporte (básicamente el fútbol), todo formaba parte de una estrategia dirigida a afianzar la cultura política e incluso fortalecer la organización gremial. Los anarquistas, en especial, intentaban que los trabajadores no concurrieran a bares, cafés, prostíbulos y otros ámbitos que empujaban a los individuos a la mala vida y al alcoholismo (Masses, E. 2006).

Círculo Católico de Obreros

“aceptad pues Monseñor Esandi nuestro más sincero saludo de bienvenida y hacemos  los más sinceros votos porque tengáis éxito en tu santo apostolado  y recibid nuestra más franca y cordial adhesión” Victor Opazo, Secretario del Círculo Católico de Obreros,  en Voz Allense;  1935.
Los Círculos de Obreros católicos aparecieron en Río Negro, en este período, como formas participativas en el ámbito local. En Allen funcionó un primer Círculo en 1933. En una asamblea realizada en la casa parroquial, aprobó su estatuto y conformó la Comisión Directiva: “la que quedó así integrada: Director Espiritual: R.P.Juan Varia; Presidente: Jacinto San Segundo; Vicepresidente 1°: Juan Sanatrelli; Vicepresidente 2°: Juan Campetella, Secretario: Victor Opazo; Prosecretario: Rodrigo Rubio; Tesorero: Antonio Tonón; Protesorero: José Concetti; Vocales: Felix Rossi, Rafael Penéis, Mariano Santarelli, Julio Santarelli, Remo Zuchiello y Enrique Marzialetti” (Voz allense, noviembre 1933). Susana Yappert señala que en 1923, el pueblo de Allen ya tenía “un Centro Socialista Obrero que daba conferencias y clases nocturnas a adultos, también contaba con una sala donde se daban funciones cinematográficas y un club”. Por su parte María Reta (2004), que estudió el Círculo Obrero Católico de Gral. Roca, indica que éstos nacieron en el período de entreguerras en el Alto Valle y estaban destinados a sectores populares sin importar la nacionalidad, a diferencia de las asociaciones étnicas que convocaban a los sectores medios. La difusión de ideas y prácticas provino de los salesianos, que, como vimos, se asentaron tempranamente en la región. La Iglesia era el principal referente ideológico y de mediación intelectual de los Círculos  de Obreros lo que en sus orígenes habían obviado la adjetivación de católicos a fin de no ahuyentar adeptos. Pero en los años ‘30 hubo un crecimiento del catolicismo en la sociedad argentina y un giro ideológico hacia la llamada “cuestión social”, que, para algunos autores, fue sólo un pretexto para algunos sectores de la Iglesia, una embrionaria derecha clerical que utilizó la orientación social para terminar con la tendencia de los obreros hacia el anarquismo y el socialismo. Uno de los sacerdotes salesianos más recordados es José María Brentana, quien transitaba todo el Alto Valle celebrando misa. Llevaba una herramienta muy particular para misionar: las funciones de títeres. Estas organizaciones trataron no sólo de representar los intereses de los trabajadores sino que además proveyeron  servicios mutuales (en farmacias, visitas médicas e internación, viajes por razones de salud a Buenos Aires, etc.) e intentaron crear espacios para incidir en el tiempo libre. Según la Voz Allense, los obreros del apenas conformado Círculo Católico en Allen realizaron una excursión a la localidad de Cordero “con el objeto de ofrecer un almuerzo campestre con el cura párroco RP Juan Vaira”. Allí, luego de un paseo y un asado disertaron Francisco Guarnieri, Antonio Tonón y otros. Se reunían regularmente en la casa parroquial y organizaban conferencias, almuerzos de “carácter popular” con gran afluencia de publico y tenían constante incorporación de nuevos socios. En un almuerzo en la chacra de Jacinto San Segundo se realizó la bienvenida de Monseñor Esandi, y se dio testimonio, además, del afecto de la organización hacia el Vicario José Borgatti a través de discursos de varios integrantes del Círculo, entre los que se hallaba Ignacio Tort, propietario y cronista de Voz Allense. Para Enrique Mases (2006), la participación de la Iglesia en estas organizaciones tenía una clara intención “de disciplinar el mundo del trabajo, de cristianizarlo, instruyendo a los obreros católicos, a través de las encíclicas, en un mundo de relaciones armónicas entre capital y trabajo y de rechazo a la alteración del orden social vigente y a las formas de participación obrera características de las sociedades de resistencia”. En definitiva, el principal objetivo era el de controlar, regular y disciplinar esta mano de obra. En los años ‘30 también se conformó la Sociedad Siria de Socorros Mutuos compuesta por “vecinos de la parte norte” donde existía una cantidad importante de sirios. La Comisión estaba integrada por Alejandro Baquer, Emilio y José Amado, Amado Escandar, José Salomón, José Mustafá, entre otros. Realizaban actividades solidarias y al disolverse en el año ‘45, donaron sus fondos al Hospital. Los “turcos”, como los recuerdan los testimonios, llegaron en su mayoría a trabajar en la limpieza de canales y desagües “eran todos muy pobres, con sus jardineras llenas de yuyos de los canales (…) de viejos sufrieron la falta de jubilación, penaron hasta que a algunos les dieron una miseria como jubilación que no les alcanzaba para nada. También vendían en las chacras, andaban en unas chatas llenas de cosas para vender” (Gustavo Vega, 2006).
Limpieza de desagües-canalesLimpieza de canales. Foto: Museo de Allen
Estas organizaciones, y otras de vida efímera, impulsaron la acción colectiva, una inquietud que inicialmente se centró en grupos inmigrantes y luego se amplió a otros, incorporando a los sectores populares. Fueron centros constructores de sociabilidad en espacios donde las identidades iban tomando forma y dando contenido al devenir diario. Estos incipientes núcleos urbanos se caracterizaron por una escasa diferenciación social, tanto en el terreno espacial como en el de la sociabilidad, ya que los habitantes de estos centros urbanos permanecieron unos cerca de otros, sin una precisa delimitación de clases; el signo distintivo fue su composición social marcadamente heterogénea. Allí se relacionaron y conformaron redes sociales que irían articulando diferentes tipos de trabajadores en relación de dependencia con profesionales, pequeños comerciantes, funcionarios estatales, y también trabajadores desocupados y marginales. Recién al final del período podemos desagregar espacialmente en algunas ciudades un centro de los barrios (Mases, E. 2006).
agsoto 1967Diario Río Negro, agosto 1967.

Bibliografía:

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El tiempo libre de los trabajadores en la norpatagonia. De la cultura política, las prácticas recreativas y deportivas al disciplinamiento social 1900-1945

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