Pequeñas grandes historias de inmigrantes allenses (I)

La historia de la ciudad tiene miles de estas historias que nos cuentan los inicios de muchas familias afincadas en las primeras décadas del siglo XX. Si tenes alguna para contarnos, la esperamos!

Manuel Rodríguez, fue un español que llegó a los 18 años ala Argentina. Se estableció en San Juan y se casó con María Nieves Redondo. Benjamín Zorrilla le propuso trabajar en el Valle, en sus propiedades en Fernández Oro. Participó en la fundación del pueblo en 1910 y solicitó terrenos ala Dirección de Tierras Fiscales:4 hectáreas, en la Quinta 22, para cultivar y hacer su casa. En la actual esquina de Dr. Velasco y B. Mitre, estaba esta construcción conocida como “casa de piedra” por las piedras incrustadas en su fachada. Cuentan que el cemento que se utilizó para levantar la casa llegaba en barco desde Inglaterra y quien la construyó fue un francés que propuso utilizar piedra bocha y cemento dando un aspecto particular hasta que fue remodelada a fines de la década del ‘90. En esa casa, que contenía un amplio sótano y cuyas escrituras estaban firmadas por el presidente Roque Saénz Peña, vivió Oreste, uno los hijos de Manuel, nacido en 1917 y que falleció hace unos pocos años.

En 1913 Manuel viajó a San Juan y trajo un vagón de podos de viña y colmenas. Fue el primer introductor de abejas en el Valle, indispensables para la floración y posterior cuaje de los árboles frutales de manzanos y perales. En 1920 vendió los colmenares, alquiló su quinta y se trasladó a Cipolletti, donde instaló un hotel frente a la estación del ferrocarril. Después de varios años volvió a Allen y se hizo cargo nuevamente de su quinta. En 1933 participó de la fundación dela Cooperativa Frutivinícola Allen Ltda., conocida por su nombre comercial como Millacó. Manuel Rodríguez murió en 1940. En homenaje a su esposa, el barrio donde aún esta su casa se llama María Nieves y una de las calles que lo atraviesa fue denominada Manuel Rodríguez.

Casa de Piedra de M. Rodriguez en Mitre (casi Dr. Velazco). Foto: Periódico Confluencia 1980

 

Propiedades de Rodríguez, Inspección de 1914 (AHRN).

 

Nicanor Fernández Sotera llegó de España en 1887. En los años 20, junto con Alonso y Carrero, estableció un almacén de Ramos Generales denominado “La Perla de Allen” que estaba ubicado en la actual esquina de Libertad y Sarmiento. Estos grandes almacenes eran muy comunes en tiempos territorianos, en ellos se vendía de todo: comestibles, bebidas, leña y madera, cigarrillos, botas y alpargatas, verduras, muebles, máquinas diversas, artículos de hierro, papel, libros… También funcionaban como sastrería, talabartería, droguería, carnicería al por mayor y menor. Oficiaban como eran fondas y paraderos para carruajes y animales, además de café, club, agencia de encomiendas, alquiler de caballos, mulas y carros para viajes, corretaje de frutos del país y “poste restante” para cartas de vecinos (Gonzáles, A. 2004)

Donde hoy se ubica el Rotary Club de la localidad, en la calle Libertad, se encontraba la casa de Nicanor. El edificio aún hoy mantiene las puertas y ventanas originales. En su patio interno tenía un aljibe que se llenaba con agua del canal y a través de un caño se conectaba a la casa.

Rotary años 70.

 

José Campetella llegó junto a su familia y trabajaron las tierras de Benjamín Zorrilla y más tarde las de la chacra de Manuel Mir. José se casó con Filomena Toscana y se establecieron para cultivar su propia chacra en 1916. La familia Campetella fue reconocida luego por sus viñedos y bodega.

 “Todo se hacía en casa –cuenta Inés- era muy poco lo que se compraba. Incluso hacíamos el vino de nuestros propios parrales” (Inés Cavanna en Yappert, S. 2004).

 Otros bodegueros de inicios del pueblo fueron los Fernández Carro, Francisco Fernández, Basilio García, Benito Huerta y Antonio Gabín. Para 1924 ya estaban los establecimientos San Marcos de Zorrilla,La Lira de Buscazzo, Ciudad de Astorga de Fernández yLa Leonesa de García y Biló.

 “El que plantaba un poco de viña automáticamente ponía una bodega, porque ¿qué hacía si no con tanta uva? Por ejemplo, Barón de Río Negro tenía400 ha. de viña” (Alfredo Haneck, 2005).

Viñedos de la Flia. Campetella.

 

El vino se hacía en una prensa

que estaba en una especie de sótano

que se caía a pedazos

 

entre una nube de mosquitos

se exprimía de la uva el mosto y se sacaba un vino generoso

 

espeso a veces áspero

que te hacia hablar hasta por los codos

 

al abuelo se lo mezclaban con agua

y el abuelo rezongaba

“rapaz, tráeme un vaso de vino de la bordalesa”

y se lo bebía

 

en un vaso de vidrio grueso despacito

hasta que le entraba vaya uno a saber qué pensadera

de venirse acá a esta tierra a los 20 años

qué mundo raro éste

la vida a veces se leía en sus ojos

amansar la tierra

criar hijos en una tierra ajena.

nunca volvió mi abuelo

sólo de vez en cuando

se le iluminaba el rostro

con algún recuerdo lejano

 

Daniel Martinez – Katrú - Memorias del Manzano (inédito).

“Mi padre vino de Ascoli Picceno, de donde son la mayoría de los italianos que andan por acá. Fue uno de los creadores de todo esto, un verdadero forjador, de esos que tenía el provenir entre ceja y ceja, y no paraba hasta lograr lo que quería… Sepa usted, Orestes, que pese a que no era ningún cagatintas porque ni siquiera terminó la escuela primaria, Don Angelo Pagneri, mi padre, se las ingenió para perfeccionar el sistema de irrigación en una época en la cual acá todos andaban con la pluma puesta” (“Los reinos perdidos”, novela de  Maristella Svampa, 2005).

Una característica de la inmigración italiana y española fue la “inmigración o migración en cadena” o “migración a través de mecanismos semi espontáneos”, un proceso que comienza incentivado por medio de redes de comunicación originadas por parientes o paisanos emigrados, aunque el movimiento resulta ser el producto de iniciativas y recursos de un individuo o de una familia (Doeswijk, A. 1998)

La familia Chiachiarini vino de Ascoli Picceno, un pueblito de Le Marche, al noroeste de Roma. Desde aquel pueblito italiano llegaron a Allen varios inmigrantes como los Pennesi y Juan Toscana, quien se casó con Stella Diomedi en 1929. Esta familia, los Diomedi, llegaron a Allen en los años ’20. Por su parte, Pacífico y Benedicta Chiachiarini vinieron a la zona del Alto Valle unos años antes. Tenían cinco hijos: Vicente, Agustín, Luis, Magdalena y Elisa. Inés Cavanna, hija de Elisa, asegura que su mamá “aprendió a caminar en el barco”. Los testimonios los recuerdan como unos de los primeros pobladores:

 “La planta más vieja que tenemos en la actualidad es un peral plantado en 1913. Hace unos quince años, el hijo de Pacífico Chiachiarini me contó que él ayudó a su padre a plantarlo. Mientras Pacífico echaba tierra sobre las raíces le decía ‘Pisa figlio, pisa’. (…) Me casé con Concepción Dolores Cifuentes. Mi esposa y su madre habían llegado de España en 1950 luego de que mi suegra quedara viuda (…) con ella aprendí a derrochar menos dinero. Mi suegra siempre decía: ‘Casa cuanta quepas y tierra cuanta veas’, y así la crió. Por eso íbamos comprando tierras de a poquito, hoy cuatro hectáreas, mañana otras diez...” (Arnaldo Brevi en Yappert, S. 2004)

Pacifico Chiachiarini (AMMA)

 Los hermanos José y Aurelio Brevi llegaron ala Argentina en 1889 desde Italia. Se establecieron en Córdoba, ciudad natal  de Catalina Brickmann, esposa de Patricio Piñeiro Sorondo. La familia de Catalina, como ya se mencionó, era poseedora de grandes extensiones de tierras y participaron en el desarrollo de su región. Los Brevi trabajaban allí en la realización de caminos y calles.

Los nombres de esta familia aparecen tempranamente como poseedores de tierra en la ciudad. Ya en 1909 figuran como dueños del lote 47, aledaño al futuro ejido del pueblo de Allen. Enla Guía Edelmande 1924 sólo aparece Aurelio en la chacra 47, no se encuentran nuevamente en ningún documento de Inspección hasta la década del ‘30, cuando se regularizan los títulos y los Informes comienzan a reclamar mayor celeridad para resolver la situación irregular de muchos nuevos compradores y ocupantes de terrenos abandonados. Según la familia, Aurelio y José compran 100 hectáreas en los años ‘20 frente al establecimiento “Los Viñedos”:

“Mi abuelo, José Brevi, compró la tierra en 1905 a medias con su hermano Aurelio; todavía conservamos la escritura de 1914. Pero recién se mudaron acá en1918”, cuenta Arnaldo Brevi. Hijo de Teodorica y Guido, recuerda que la familia siempre vivió en la chacra que compró José Brevi y donde ahora vive Arnaldo. Al principio plantaron alfalfa y cebada, luego pusieron viñas y otros frutales; allí trabajaba Pacífico Chiacharini” (Arnaldo Brevi para Yappert, S. 2004).

 

Lotes de Aurelio y José Brevi- Informe 1909 (AHRN).

 

Guido Brevi y Teodorica Chiachiarini, recién casados en 1929 (AMMA).

  Carlos Antonio “Petisco” Martín nació el 20 de octubre de 1944 en el hospital de Allen. Su padre había nacido en Salamanca, en el pueblo Valdelijaderos. Carlos recuerda que su mamá, Laudelina Fernández, llegó al pueblo con un hermano en el año 1925. En aquel momento, en Europa había mucha miseria y la familia tenía muchos hijos. Así que la mandaron a Argentina porque no la podían mantener. Laudelina arribó primero a Bahía Blanca: “Allí tenían un tío que era el abuelo del los Diez. Llegan y les da hospedaje. Al poco tiempo le consiguen al tío un trabajo de sereno. En una noche entran a robar y el tío mata al ladrón. La ley era muy estricta en ese entonces así que la única alternativa era profugarlo. El tío tenía mucho contacto con la curia católica así que logra que lo suban a un vapor para salvarse. La mamá queda sola y va de casa en casa, de tío en tío. Uno de sus tíos llega al valle, son los del almacén “Diez y Fernández”. La cosa es que uno de los hermanos Fernández, llamado Leandro, se va a Neuquén y ahí va mi mamá a trabajar con los tíos en el almacén. También trabajó de telefonista”. (Carlos Martín, 2008). Santiago Martín García vivía en Buenos Aires y en 1925 se viene al Valle. Laudelina y Santiago se conocieron a través de amigos comunes de unos parientes y se casan. En Plottier, donde se instalaron primero, pusieron un almacén de ramos generales e iban a buscar la mercadería a Neuquén en una bicicleta. El viaje le llevaba todo el día: “las escobas las ataba a lo largo de la bicicleta. Mi vieja quedaba sola. (…)  Ahí estuvieron hasta el 43 o  44 (…) como se vendía un bar (donde está hoy la galería de Armando Gentilli) el tío le avisa a papá de la venta, le presta plata y mi viejo compra el bar. Ahí se vienen. Se vienen porque Allen era más grande que Neuquén”. (Carlos Martín, 2008). 

“Este es un certificado (de mi abuela) del 17 de septiembre del año ‘23, para dejarla embarcar.”, cuenta “Petisco”, “A ella la mandaron cuando tenía 10 años para acá, porque no podían mantenerla. Sola con un hermano. Cuando volvió a España tenía 50 años. Cruzó a la madre en la calle y la reconoció. Llegó a la casa y mi tía le dijo que la fuera a buscar, que mi abuela había ido a la tienda. Y la fue a buscar y cuando llegaba a la esquina mi abuela salía del almacén y se cruzan en la vereda. Cuando la vio, la abuela levantó la vista y la paró ‘Tú eres Lina’ le dijo. Hacía 40 años que no la veía. La dejó de ver a los 10 y la volvió a ver a los 50” (Documentos de familiares de Carlos Martín Petisco).

 

CONTINUARÁ.....

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