Retratos de la era tóxica

En pueblos rurales de Entre Ríos, Chaco y Misiones, el daño potencial de los agroquímicos es una realidad impostergable. El fotógrafo Pablo Piovano recorrió las zonas afectadas y sus retratos generaron un impacto global. Rolling Stone, 

 En 2014, Pablo Piovano usó su mes de vacaciones para ir a retratar a personas afectadas por los agroquímicos en las provincias de Entre Ríos, Chaco y Misiones. Recorrió pueblos donde el uso sin control de herbicidas incrementó los índices de enfermedades y malformaciones, en muchos casos hijos de mujeres que habían estado expuestas a sustancias tóxicas durante el embarazo. "Es muy fácil quebrarse frente a un niño postrado", dice Piovano, que ganó varios premios internacionales por este trabajo, titulado "El costo humano de los agrotóxicos". "Uno no puede dejar de sensibilizarse, pero hay que tener la entereza para seguir."
Abril de 2015. Una nena juega en los campos de Alicia Alta, en la provincia de Misiones., una zona de plantaciones de tabaco y alta incidencia de agroquímicos. 
Abril de 2015. Una nena juega en los campos de Alicia Alta, en la provincia de Misiones., una zona de plantaciones de tabaco y alta incidencia de agroquímicos. 
Fumigadores en Villa Dolores, Córdoba. "Si ves la etiqueta -dice Fabián Tomasi, un peón rural de Basavilbaso, Entre Ríos-, el fumigador aparece vestido de astronauta; acá eso no existe.". 
Fumigadores en Villa Dolores, Córdoba. "Si ves la etiqueta -dice Fabián Tomasi, un peón rural de Basavilbaso, Entre Ríos-, el fumigador aparece vestido de astronauta; acá eso no existe.". 
La mano de Alfredo Cerán, que trabajó en campos de Monte Maíz. Sus análisis de sangre muestran residuos de glifosato, atrazina y 2.4-D. Los peones no siempre son provistos de equipamiento para protegerse de los plaguicidas. 
La mano de Alfredo Cerán, que trabajó en campos de Monte Maíz. Sus análisis de sangre muestran residuos de glifosato, atrazina y 2.4-D. Los peones no siempre son provistos de equipamiento para protegerse de los plaguicidas. 
Ademir Gotin padece un retraso mental severo. Su madre, Celia, tuvo contacto directo con agroquímicos durante el embarazo. Su padre, Darío, trabajó tres décadas en una plantación de tabaco en Colonia Aurora, Misiones. 
Ademir Gotin padece un retraso mental severo. Su madre, Celia, tuvo contacto directo con agroquímicos durante el embarazo. Su padre, Darío, trabajó tres décadas en una plantación de tabaco en Colonia Aurora, Misiones. 

El impacto de los agroquímicos sigue siendo un debate crucial en tiempos de una lógica expansión de los cultivos genéticamente modificados (GM). El último informe del Servicio Internacional de Adquisición de Aplicaciones de Agrobiotecnología (Isaaa), titulado "20 años de comercialización de cultivos transgénicos en el mundo (1996 - 2015)", indica que la superficie sembrada con semillas GM pasó de 1,7 millones de hectáreas en 1996 a 179,7 millones en 2015. Argentina es el tercer país en el ranking global (detrás de Estados Unidos y Brasil), y su territorio sembrado con transgénicos representa el 14% del total en el mundo.

Las semillas de soja, algodón y maíz GM son diseñadas para resistir las fumigaciones intensivas que demanda la agricultura a gran escala. El herbicida de uso más extendido, el glifosato, se convirtió en la bestia negra elegida por el activismo agroecologista, y aunque la mayoría de los estudios aseguran que es una sustancia estable y su consumo "implica muy bajo riesgo para la salud humana" (Conicet 2009), la falta de control, la mezcla de químicos y las fumigaciones cercanas a las viviendas potencian catástrofes como las que documentan estas fotografías.

"Es un intento por recuperar nuestra memoria ancestral", dice Pablo Piovano sobre su trabajo.

Estefanía Vargas y su hija Marilena en la zona de Pozo Azul, Misiones, donde se cultiva maíz genéticamente modificado. 
Estefanía Vargas y su hija Marilena en la zona de Pozo Azul, Misiones, donde se cultiva maíz genéticamente modificado. 
En Alicia Baja, Misiones, Lucas Techeira (tres años cuando se tomó esta foto) nació con ictiosis, una afección que resquebraja la piel. Su madre, Rosana Gaspar, manipuló sin protección agroquímicos durante el embarazo. 
En Alicia Baja, Misiones, Lucas Techeira (tres años cuando se tomó esta foto) nació con ictiosis, una afección que resquebraja la piel. Su madre, Rosana Gaspar, manipuló sin protección agroquímicos durante el embarazo. 

Nacido en Buenos Aires en 1981, Pablo Piovano entró en la redacción de Página/12 cuando tenía 18 años. Con su metro noventa y esa mirada nubosa que lo caracteriza, a Pablo no le llevó mucho tiempo destacarse como uno de los fotógrafos más sensibles y personales de su generación, cubriendo temas de pobreza y derechos humanos. Hace dos años, cuando accedió a las cifras de damnificados por los agrotóxicos recopiladas por la Red Nacional de Médicos de Pueblos Fumigados, supo que había una historia para él. No sólo por el relieve político del tema, sino porque conectaba con algo más íntimo y espiritual. "Entiendo que la tierra es un ser sagrado, lo vivo así todos los días", dice Piovano, "y en el centro de este trabajo está el intento de recuperar nuestra memoria ancestral, nuestra relación con la tierra, con el agua".

En octubre, en la ciudad de La Haya, una fundación de organizaciones ambientalistas montará un "tribunal civil" (que no tendrá validez jurídica) contra Monsanto, la compañía líder del negocio agroquímico, para establecer la figura de "ecocidio". En Argentina, mientras tanto, la Cámara de Senadores de la provincia de Buenos Aires acaba de dar media sanción a un proyecto de ley que permitiría fumigar a sólo diez metros de casas habitadas. "Lo que estamos haciendo es algo muy serio", dice Piovano. "Acá está en juego el derecho a la alimentación, a la salud, a nuestra propia libertad. Somos cuerpo de experimentación, y todavía no medimos el daño que estamos haciendo."

"Era impresionante caminar por las calles de esos pueblos y toparte con las víctimas a cada rato."

El trabajo de campo para "El costo humano de los agrotóxicos" estuvo dividido en tres viajes, aunque la mayor parte de las fotos fueron tomadas durante el primero, en el que Pablo sumó unos seis mil kilómetros al volante de su Proton Wira, un auto malayo de la década del 90. En un principio, el único contacto que tenía era el de Fabián Tomasi, quien lo recibió en su casa de Basavilbaso, Entre Ríos. Tomasi, que se define como "la sombra del éxito sojero", trabajó mucho tiempo como peón rural y banderillero de aviones fumigadores. Terminaba sus jornadas laborales literalmente bañado en agroquímicos, y hoy es un esqueleto viviente. Es un caso extremo de exposición a los tóxicos, pero a la vez es un testimonio del descontrol que reina en buena parte del territorio cultivable, donde el ritmo productivo impone una realidad muy diferente a la que indican las precauciones de una etiqueta de RoundUp. "Fabián fue el que me mostró la dimensión de la catástrofe", dice Piovano. "Y él me ayudó a guionar el resto del viaje."

Mónica Gabriela Rais, de 23 años, en su casa del pueblo de San Vicente. Mónica sufre de paraplejia y retraso mental. Su madre la dio a luz a los 15 años, mientras trabajaba en una planta de tabaco, aun antes del ingreso de los cultivos transgénicos al país.. 
Mónica Gabriela Rais, de 23 años, en su casa del pueblo de San Vicente. Mónica sufre de paraplejia y retraso mental. Su madre la dio a luz a los 15 años, mientras trabajaba en una planta de tabaco, aun antes del ingreso de los cultivos transgénicos al país.. 
La Leonesa, provincia del Chaco. La médica chaqueña María del Carmen Seveso asegura que, en poblaciones rurales con fumigaciones intensivas, "la estadística de neonatos con malformaciones triplica, como mínimo, los datos de otros servicios de zonas no fumigadas".. 
La Leonesa, provincia del Chaco. La médica chaqueña María del Carmen Seveso asegura que, en poblaciones rurales con fumigaciones intensivas, "la estadística de neonatos con malformaciones triplica, como mínimo, los datos de otros servicios de zonas no fumigadas".. 
En Fracrán, Misiones, Ramona Angélica de Lima cría seis hijos. Una es Jésica Sheffer (a los 11 en esta foto), que padece una malformación que le impide estar en pie. Cinco de cada mil chicos de la provincia nacen con daños neurológicos severos. 
En Fracrán, Misiones, Ramona Angélica de Lima cría seis hijos. Una es Jésica Sheffer (a los 11 en esta foto), que padece una malformación que le impide estar en pie. Cinco de cada mil chicos de la provincia nacen con daños neurológicos severos. 
 De Basavilbaso manejó hasta San Salvador, también en Entre Ríos. "Ahí la media oncológica está dos o tres veces por encima de la nacional", dice el fotógrafo. "Es un pueblo rodeado de plantaciones de soja, pero a la vez en su casco hay una planta arrocera que destila tóxicos permanentemente. Era impresionante caminar por esas calles y toparte con las víctimas a cada rato."

En Chaco pasó por Roque Sáenz Peña, La Leonesa y Avia Terai, un pueblo que el año pasado tuvo visibilidad global después de que National Geographic publicara un dossier del fotógrafo italiano Marco Vernaschi, cabeza de la fundación Biophilia, que retrató a pobladores afectados posando con máscaras de gas. La imagen de Aixa, una nena de ocho años cubierta de tumores benignos, dio la vuelta al mundo y agitó sensibilidades sobre el asunto de los agrotóxicos.

"Recorrí 6.000 kilómetros en un mes", dice Piovano. "Trabajaba desde las 7 de la mañana hasta que caía la luz. Había días que me olvidaba de morfar."

2277694h640

Un avión fumiga los campos de San Salvador, en la provincia de Entre Ríos. 

Lejos de la estética escenográfica y casi pop de las fotos de Vernaschi, las imágenes de Piovano -más parecidas a las del español Alvaro Ybarra Zavala o la argentina Natacha Pisarenko, que también trabajaron el tema en las mismas zonas- optan por un registro crudo y a la vez íntimo. Piovano capta en la gente pequeños gestos de indefensión, dolor e incluso alegría, muchas veces en relación con sombras duras, situaciones cotidianas, espacios hogareños u horizontes campestres. "El horror se despliega impiadoso y como confidencial en los retratos de los dañados", escribió Guillermo Saccomanno. "Es que el tono elegido por Piovano, solidario con los seres afectados por la matanza, no va por el lado del escándalo ni del golpe bajo."

Piovano tocó las puertas de unas 100 casas para componer este trabajo que él todavía considera en proceso, aun después de recorrer 15.000 kilómetros. "Es un tema para seguir y complejizar", dice. Y si tiene que pensar en los momentos más conmovedores del viaje, señala detalles que escapan a cualquier idea de shock. "Lo que muchas madres veían como algo desesperante es qué iba a pasar con esos chicos postrados cuando ellas ya no estén", dice. "A una familia, por ejemplo, cuando le pregunté de qué forma podía ayudarla, el padre me dijo: 'Yo lo único que quiero es alguien que pueda cuidar un rato a mis hijos, para ir a la iglesia o para ir al pueblo con mi señora'. Algo tan simple, ¿no? El hombre se acostumbra a cualquier horror."

Pablo Plotkin

FOTOS DE Pablo Ernesto Piovano: El costo humano 

También te podría gustar...

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *