Oscar Lodolo: "Nuestra fruta es artesanal porque la hacemos nosotros"

Yo soy del año ’40, soy Oscar Domingo Lodolo, nacido en Allen. En su momento tenias dos alternativas: o te ponías a trabajar en la chacra o estudiabas. No termine el secundario pero hice un curso acelerado de tenedor de libros, es un título que en aquella época se usaba. Nos parecía que con eso era suficiente para poder llevar la chacra, pero no fue suficiente. Con el correr de los tiempos te das cuenta que hoy dependes de profesionales porque no te podes defender solo.

Mis padres fallecieron hace muchos años. Eran los dos de Bahía Blanca. Mi padre era Victorio Lodolo y mi madre Dulzolina Chiachiarini. Se conocieron en Allen, vinieron para acá en la década del ’30, mi padre capaz que un poquito antes. Vinieron  porque en su momento todos hablaban del Alto Valle de Río Negro. Mi papa vino ya criadito. En seguida empezó a trabajar en la construcción de canales y acequias y también de peón, emparejando chacras. Él estaba haciendo la chacra que tenemos, la Nº 48, y que él compró junto con un tío, con una hipoteca. En esa época se trabajaba con caballos, le ponía a cada rastrón seis caballos. Tenía nada más que dos peones. El peón que estaba en la chacra, le preparaba la comida y cuando llegaba al mediodía le bañaba los caballos y le preparaba otros seis para continuar a la tarde. A la tardecita el peón volvía a preparar los caballos y le tenía su caballo ensillado para venirse hasta la chacra. Allí tenía el otro peón, que era el que le cuidaba la chacra. No tenía nada ahí, un ranchito para dormir, nada más. A veces, los domingos, venían los amigos, la familia Polio, Gentili y lo ayudaban a podar. Recuerdo que contaba que tenía plantas de papas, arvejas y porotos y el día que le tocaba el turno para regar, para no quedarse dormido, se sentaba arriba del borde y ponía un pie en el surco, cuando llegaba el agua se despertaba y regaba. Nosotros somos tres hermanos. Yo soy el mayor, Néstor es el segundo y Raúl, el tercero. Nos llevamos dos y seis años de diferencia. Los tres estamos en la misma actividad juntos, en sociedad. Los tres, incluso cuando íbamos al colegio, cada uno tenía una actividad. En esa época se le daba de comer al personal, las cuatro comidas, entonces mi mamá cocinaba para dos o tres obreros más nosotros, que veníamos del colegio y a la tarde la ayudábamos. Íbamos a cosechar, a sacar fruta o cualquier actividad en la chacra. A la noche, cada uno, tenía una obligación: uno le daba de comer a los perros, otro guardaba los utensilios de cocina, mientras mi madre lavaba, otro secaba. Mamá nos ayudaba en todo. Ordeñaba la vaca a las seis de la mañana, tenía huerta, vendía leche a familias de conocidos, hasta trabajaba con los caballos!. Iba a lavar la ropa, que se lavaba en las acequias ¿Sabes cómo hacían para no estar agachados? Hacían un pozo profundo, se metían dentro y como le llegaba a la cintura, con dos palos y la tabla casera, fregaba. Con la misma agua que corría se enjuagaba. También nos gustaba Jugar al fútbol, nos gustaba salir a pescar y a cazar… en aquella época el trabajo era de sol a sol, todos los días… bajaba el sol y era como una campana, ahí nos dedicábamos a jugar al fútbol. Nosotros inventamos la canchita de fútbol  4, del fútbol de cajón, porque usábamos de arco el cajón cosechero. Jugábamos con los amigos, los vecinos, hasta las doce de la noche. Y de ahí nos íbamos a pescar. Estábamos una hora o dos, después volvíamos, nos dábamos una ducha, con agua preparada en baldes que mi mamá calentaba a leña, en ollas que estaban permanentemente en el fuego. Había una bomba de agua a 30 metros de la casa y el baño estaba a 20. Cuando éramos chicos nos acompañábamos para llegar al baño ese. Yo me crié en la chacra. Hoy vivo en el pueblo pero hasta hace 15 años vivía en la chacra. Mis hermanos todavía están en la chacra. Soy casado, tengo una hija y una nieta de tres meses. Uno de mis hermanos tiene una hija que se está por recibir de contadora y un hijo que está en la escuela Agrotécnica. Mi otro hermano, tiene una hija Ingeniera agrónoma, recién recibida y un varón, que estudia Dibujo Técnico. Un sobrino, más chico, terminó este año el Agroindustrial. Estamos todos orientados en esto. Lamentablemente, con la situación que estamos viviendo en la fruticultura no tenemos muy buen porvenir para los chicos, entonces hay que motivarlos para que estudien, que tengan su profesión. Es muy triste, yo tengo 70 años y pensar que todo lo que nos dejaron nuestros padres, nuestros abuelos, nuestros tíos, lo podemos llegar a perder. Pero por eso estamos luchando, para no perderlo. Mi padre era uno de los productores de la AFD, tenían prácticamente el mismo sistema, porque cuando llegaba fin de año decían ‘entregame la fruta y equiparamos’. Mi padre aparte en la chacra tenía uva, legumbres y después, de a poquito, fue implementando la fruticultura. Hacia los noventa tuvimos una reconversión muy profunda, cambiamos todo por variedades nuevas que tenían mercado. Pero pasó como con la Gran Smith, buscaban una manzana de un verde profundo y tres años después de plantarla tuvimos que cambiarla porque no tenía más mercado… Si podés, haces un injerto, sino tenés que erradicar todo y plantar de nuevo.  Eso significa una espera de  seis o siete años para que puedas tener una plantación que te produzca algo de rentabilidad. El problema que hay hoy es la diferencia del costo de producción con el valor de venta. No me preguntes dónde está, pero lo triste es que estamos produciendo un kilo de manzana o pera y nos cuesta 29 a 30 centavos de dólar pero hoy, en este momento, se está pagando entre 70 y 80 centavos a aquellos productores que pudieron vender bien. Esto, hablando de fruta de primera clase. No llegamos ni al 50% del costo de producción. Ahora yo me pregunto ¿por qué el ciudadano común, que no tiene nada que ver con la fruticultura, cuando va a la verdulería tiene que pagar un kilo de manzana, 6, 7, 8 y en Buenos Aires 15 o 16 pesos?. Otro de los desfasajes es que todo lo concerniente al sistema de producción tiene precio fijo y nosotros tenemos la desgracia que la variantes de ajuste es el kilo de fruta, si la fruta vale muy bien, te pagan un pesito mas, si la fruta anda ajustada ¿quién paga el pato?: El productor o el producto. Lamentablemente es así. Antes, acá, en Allen, teníamos 20 galpones de empaque. Ahora tenemos tres empresas grandes, de las que aprendimos mucho, pero el pequeño y mediano productor depende exclusivamente de ellos. Antes había más demanda de compra. Hoy hay más demanda de producción y menos de compra. Yo pienso la cantidad de millones de plantas que se pusieron en lo que va de tres años a esta parte ¿cómo vamos a hacer para consumir todo ese producto?. Nuestra fruta es artesanal, porque la hacemos nosotros. Trabajamos día y noche, curamos de noche, no tenemos horas extras, no tenemos encargados, administradores como las empresas grandes, que, además, por el costo de la fruta, sino ganan el doble, seguro tienen un buen porcentaje arriba del nuestro. Otro tema son las jugueras que también tienen sus exigencias porque hay productos residuales, que según ellos reavivan las células cancerígenas. Pero si vos le bajas 15 centavos de dólar a un galón se soluciona el problema!!  Nosotros para la manzana le hacemos 14 curas para todo el año. En la época de nuestros padres había tres productos. Se curaba con aceite, con polisulfuro de calcio y arseniato de plomo. Las plagas no eran tan profundas como ahora, pero había. Una que estaba detectada como plaga nacional  que era el piojo San José, que si la tenía alguna planta había que quemarla. Venía el ingeniero, te hacían arrancar la planta y quemarla adelante tuyo. Eso se combatía con un producto que se llamaba nicotina, era una cosa que picaba y tosían hasta los caballos que usábamos para curar en aquella época!!!. Ya no hacemos cuentas de gastos. Antes hacíamos las cuentas. Cuando con nuestros padres, en el año 50, fundamos la Cooperativa Frutivalle  (dejamos como cincuenta años de trabajo metidos ahí adentro) y la actividad administrativa la hacía yo, mientras mis hermanos se ocupaban de la actividad de la chacra. Ahí dejamos un poco de controlar, porque lo hacíamos ahí, en la Cooperativa. Hoy habría que volver a hacerlo pero si un productor se pone a hacer las cuentas…  no podés seguir trabajando. Ya no podés ir más al banco y los subsidios se fueron terminando, porque se dan al productor que tiene menos de 20 hectáreas. Nosotros somos un grupo familiar, mantenemos cuatro casas, con diez hectáreas no te da, hubo que expandirse.  Cuando dejamos Frutivalle, tuvimos que subastarla porque no pudimos solventar las deudas, era mejor ofrecer fruta de una sola firma, asi que nos unificamos en un solo Cuil. Si tuviéramos las chacras a nombre de cada hermano como, lamentablemente, lo hacen algunos… cobraríamos los subsidios. Igualmente el subsidio no debería existir, debería haber un buen precio para el producto. Hoy vas a vender la fruta y te dicen ‘para vender la fruta yo la vendo a tanto, menos flete, menos mano de obre, etc. etc. así que me queda tanto para la fruta’. Antes era distinto venía la gente a comprar la fruta ‘¿cuánto vale don Lódolo?’ le decían a mi padre, ‘Mirá, la pera mía, la quiero a tanto’, decía mi padre. De ahí sacaba el costo de venta. Antes se iba un comprador de fruta y a los diez minutos tenías otro en la tranquera. Ahora tenés que ir a los galpones. Hay seis galpones y 400 productores en Allen. Ahora, además, empiezan por el costo de venta en Europa o el mercado interno y de ahí, lo que queda, te lo dan para la fruta.

Historia de vida de Oscar en el periódico El Fruticultor allense.

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