Un desierto muy poblado (II)
Las representaciones de los pueblos indígenas son parte de imaginarios tributarios de múltiples fuentes culturales de siglos anteriores. Frente al encuentro con el Nuevo Mundo, los europeos mantuvieron su concepción de mundo, tratando de adaptar a sus ideas la nueva realidad encontrada. En lugar de reconocer la inutilidad de su saber frente a lo desconocido se opta por dar coherencia a esta realidad americana con elementos culturales que provienen de Europa. De esta manera, se representa al nuevo continente desde referentes propios, negando lo existente y dando origen a una América imaginaria (Rojas Mix; 1992).
A partir de una variedad de escritos, pero muy especialmente del libro “Civilización o barbarie” de Sarmiento, se construye en Argentina una “idea-imagen” que sintetiza la imposibilidad de convivencia de dos mundos: el de los "bárbaros" vocablo a través del cual no se define sino que se califica al Otro, estigmatizado por aquel que se sitúa desde una "civilización" comprendida como valor totalizante. La "civilización" se legitimará por la estigmatización de su contrario y como portadora de un “valor incontestable”, la filosofía del progreso y de la civilización dará sustento a una ideología de la colonización. (Svampa, M. 1994). Los imaginarios forman opiniones y creencias y el lenguaje visual ha estructurado la representación histórica de los pueblos originarios de tal forma que en la actualidad sigue vigente en otros soportes, como el cine. La cultura occidental no ha podido desvincularse de la idea de representar lo que percibe “extraño” desde lo conocido, de esta manera las imágenes esteriotipan la realidad utilizando elementos reales, exagerando, omitiendo y/o modificando aspectos fisicos, habitos y costumbres.
Las representaciones lograron una total eficacia en paralelo a los textos escritos que portaban el discurso de la modernidad ideal y la construcción hegemónica de identidades. La imagen colaboró en el convencimiento de una realidad que apremiaba. Comenzaban tiempos de decisiones y de acción por lo que intelectuales, políticos y militares presentaban la necesidad de guerra al indio del “desierto”, no solo de manera fisica sino también simbólica, negando su existencia ya que el espacio a obtener era un “desierto”, no había nadie. “Es tarea de los exploradores de avanzada del progreso capitalista codificar lo que ellos consideran atrasado y disponible para el progreso. El ojo europeo progresista presenta los hábitats de subsistencia como paisajes vacios, dotados de sentido sólo en función de un futuro capitalista y de sus posibilidades de producir un excedente comercializable”(Pratt, Ojos, 1997).
Patoruzú
Dante Quinteros (1909 – 2003) creó a este esteriotipado tehuelche, uno de los mas viejos “superhéroes” de Latinoamérica. Publicado en 1928 en la prensa porteña su creador lo dibujó “como un indio alto, corpulento, narizón y un poco jorobado, ataviado con un poncho viejo con parches, calzando abarcas y con la cabeza coronada por una gran pluma”. Paturuzú tiene como mascota un avestruz llamado Lorenzo y monta un caballo semisalvaje de nombre Pampero. A diferencia de los indígenas reales de Argentina y América Latina, este personaje tiene oro y dinero en abundancia, fruto de una herencia por lo que los intentos por arrebatarle su fortuna desencadena las grandes aventuras de este superhéroe. Quinterno dice que se basó en los indígenas patagónicos, empobrecidos y explotados, que circulaban por Buenos Aires y las provincias del centro del país a principios del siglo XX. Lo que más llamó la atención del caricaturista fue que estos indígenas eran en esencia muy buenos e ingenuos. Así que decidió construir con esas características un superhéroe singular y autóctono para una Argentina que entonces despreciaba a los indígenas. Años después, en un reportaje, Quinterno dijo que su Patoruzú era “un hombre simple y sencillo, la antítesis del egoísmo, sumamente modesto, jamás presuntuoso y de gran sensibilidad, dentro de su fuerte carácter masculino”. En: Modernos héroes hispanohablantes (VI). Patoruzú
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